CRÓNICAS IRRESOLUTAS (V)


FRÓTAME LA CONCHA

Mi amiga Dilema vino a visitarme otra vez.
-¿Se puedeeeee...?
-Pasa, Dilema, pasa.
-Irresoluta, cariño...
-¿A qué se debe que pidas permiso para entrar, si nunca lo has hecho?
-No he venido a discutir.
-Yo tampoco quiero discutir contigo.
-Te he traído esto -dijo levantando la cola mostrándome un gran panal repleto de miel.
-¿Y eso?
-¡Ay, Irresoluta, me porté tan mal la otra vez...!
-Bueno, eso ya pasó. Ya ni me acordaba -mentí.
-¡También te he traído cigarrillos de siempreviva!
-Sabes que sólo fumo de amapola...
-Anda, no seas tonta...
-Perdona -le dije sin sentirlo.
-¡Tengo noticias...! -soltó maliciosa, mientras giraba el ojo izquierdo hacia la derecha, y rotaba el derecho hacia la izquierda.
-¿Ah, sí? –comenté, intentando disimular mi interés.
-Sí -dijo satisfecha al mismo tiempo que se sentaba en mi roca preferida y colocaba el panal de miel que todavía llevaba en la cola sobre uno de los pocos helechos que me quedaban vivos.
-¿Y...? –pregunté, aguantando la furia al ver que mi amiga Dilema me destrozaba una vez más otro de mis helechos.
-Se trata de nuestra amiga Alternativa...
-¿Qué le pasó?
-¡Se le reventó la concha!
-¿Cómo?
-Sí, sí, ¡se le hizo añicos!
-¡No lo puedo creer!
-Como te digo: ¡a-ñi-cos!
-Pobre...
-¿Pobre? Nos estuvo mintiendo durante años, haciéndonos creer que se apareaba día sí, día no; y mírala: ¡a-ñi-cos! -volvió a decir ésa palabra como si se le fuera la vida en ello.
-No sé si alegrarme... -dije, alegrándome, en el fondo.
-¡Ay, Irresoluta, lo que pasa es que eres demasiado buena!
-Buena, no sé, pero estoy más o menos en la misma situación que nuestra difunta amiga.
-¡Alégrate, Irresoluta
que no eres una puta
sino una jiracoleona
un poquito huevona!
-Oye, que no estoy para versos.
-Ya lo sé, cariño, sólo intentaba animarte
-Pues hazlo de otra manera.
-Ya he pensado en eso, ¿para qué crees que he venido, so tonta?
-No sé, sorpréndeme.
-¡Ay, qué arisca estás!
-Es que de ti me espero cualquier cosa.
-Pues mira, te voy a untar la concha con la miel que he traído.
-¿Y para qué me vas a untar la concha con miel?
-Así resistirá más.
-¿El qué?
-No te me pongas trágica, ya sabes de qué te estoy hablando.
-Bueno, si tú lo dices...
-¡Venga, date la vuelta!
-¿Así? -dije dándole la espalda
-Muy bien.... -me dijo, mientras cogía el panal con la cola y dejaba caer pegajosas gotas de miel sobre mi concha-. ¿Ves qué bien?
-No está mal -dije sin reconocer del todo que, en realidad, me gustaba la sensación de su lengua esparciendo la miel por todo mi caparazón.
-¡No está mal, no está mal...! Verás cómo te voy a dejar la coraza: ¡de puro nácar!
Yo ya no dije nada. Me dejé llevar placenteramente. Pensé que a lo mejor Dilema no era tan mala, y que en el fondo era una buena amiga, pero tiene el problema de no poder estar callada dos minutos seguidos....
-Y el caso es que no eres del todo fea.
-¿Cómo? -pestañeé como si tuviese pestañas, pues no las tengo.
-Pues eso, que no llego a entender cómo todavía eres virgen. No es que seas una maravilla, pero no eres fea, las hay peores; y yo creo que no te mereces estar así, tan desaprovechada. Cada cosa tiene su qué y su cómo, pero es que tú rompes todas las estadísticas... No me gustaría verte con la concha hecha añicos, porque que palabra tan fea añicos, ¿no te parece?: a-ñi-cos, a-ñi-cos, ¿verdad que sí?...
Mi amiga Dilema siguió hablando. Yo dejé de escucharla, porque como dice ella, cada cosa tiene su qué y su cómo, y yo, no estaba para ni estadísticas, ni para añicos, ni para nada. Sólo pensaba: ¡Cállate y sigue frotando, hija de puta, frótame la concha, sólo frótame la concha!

(continuará...)

1 comentario:

pon dijo...

Andate!!!
Jjajajajajajaa!!!!!!!!!!!