LA SIMBIOSIS DEL SEÑOR TZU


Chuan Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre... Chuang Tzu soñó que era un hombre y no sabía al despertar si era una mariposa que había soñado ser un hombre o un hombre que ahora soñaba ser una mariposa... En eso estaba, en no saber quién o qué era, cuando decidió mover una de sus extremidades. Si al moverla veía aletear una delicada ala, sería, sin duda, una mariposa, pero si por el contrario veía ondear un brazo, sería un hombre. La movió. Miraba la extremidad moverse en el aire, pero no le sirvió de nada, porque quién le decía que no estaba soñando todavía. Si acaso viera aletear una membrana sutil, ¿no pudiera ser un hombre soñando que era una grácil mariposa? O si viese un largo y musculoso brazo, ¿no sería una mariposa soñando ser un hombre? Chuang Tzu empezó a ponerse nervioso... ¿Qué soy?, se dijo. Como no encontraba la solución a su identidad y no sabía discernir si era insecto o mamífero, se puso a rumiar, pero como estaba seguro de que no era un rumiante, se puso a cavilar, aunque también sabía que no era un cavilante, entre otras cosas porque esta palabra no existe, y entonces se puso a especular, pero nada, ¿acaso era un especulador? No. Por eso creyó conveniente que lo mejor era pensar. ¿Quién le decía que no era un gran pensador? Al principio desconfió un poco, porque siempre se había dicho que los pensadores, grandes y pequeños, siempre son humanos, pero ¿no es verdad que desde tiempos inmemoriales los hombres han intentado descubrir el funcionamiento del cerebro humano sin conseguirlo? ¿Es que una mariposa no puede pensar? ¿Alguien podía asegurárselo? Chuang Tzu pensó en un principio que era una mariposa. No una polilla, se dijo. Las polillas eran tan feas para él... Más feas que la rabia, pensó. Y tampoco se sentía de esas mariposas que, cuando son orugas, son rechonchas y repugnantes y tejen seda como si estuvieran en la época de la Revolución Industrial. Una Bombyx mori o una Antheraea harti, ni pensarlo. Soy... Soy... Soy una grácil mariposa de preciosas y delicadas alas, pese a quien le pese, se dijo a sí mismo... Y se puso a pensar. Bueno, bueno, vamos a ver, se dijo. No puedo estar seguro de que sea una mariposa, eso no, porque bien podría ser un hombre, las cosas como son. Sería más fácil ser un hombre que una mariposa, eso también, porque hay muchas más especies de mariposas que de hombre, que sólo hay una, que es el Homo sapiens, todo sea dicho. Pero, siguió Chuang Tzu elucubrando, aunque sólo haya una sola especie humana, ¿a qué grupo perteneceré? ¿Negroide, mongoloide o caucasiana? Aunque la verdadera esencia del ser humano también podría encontrarla desde muchas otras perspectivas culturales, como la religión, la social, la lingüística o la ética. ¡Uy, qué complicado! Ya sé que los científicos consideran a todos los seres humanos como miembros de una única especie, pero me niego a ser negroide o mongoloide porque, porque, porque..., pues porque no y ya está... No es lo mismo, de ninguna manera. No, no lo es. Mejor soy una mariposa. Sí, mucho mejor. Pero si soy una mariposa, tengo que ser adulta, porque un huevo, una larva, o una crisálida, pues la verdad sea dicha, son asquerosos. Uig, qué asco. Pongo el ala en el fuego de que soy una mariposa adulta y de bonitos colores. Muy delicada y distinguida, porque sino prefiero ser un hombre. Eso sí, si soy una mariposa, mi metamorfosis ha sido lenta y dolorosa, pero provechosa porque estoy convencido de que tengo dos pares de alas membranosas divinas, cubiertas de sutiles escamas y lindos colores tornasolados. Sí, estoy seguro. Y mi enrollada probóscide chupadora, que no mamadora, que no soy una mariposa mamona, debe de ser la envidia de todo el mundo. Y mis ojos compuestos, como Dios manda, lo ven todo, hasta el ultravioleta. Y mis antenas prominentes ya las quisiera tener un televisor Sony Black Triniton, que tienen una pantalla de lo mejorcito para posarse cuando están encendidos, porque emanan unas vibraciones electrostáticas que ponen a tono a cualquiera que se precie... De pronto, Chuang Tzu se preguntó de qué se alimentaba, si de néctar y polen, o por el contrario sería de ese otro tipo de mariposas que se alimentan de fruta podrida, carroña, estiércol, orina y otros exudados vegetales y animales. Néctar y polen, zanjó. Mi probóscide sería incapaz de ni siquiera rozar una boñiga, se dijo con asco. Yo soy de las que van de flor en flor para chupar el néctar y transporto el polen de unas a otras, contribuyendo así al proceso tan bonito y necesario que es la polinización. Boñigas, no. Qué asco... Soy una mariposa limpia, pensó Chuang Tzu, satisfecho. Limpia y necesaria... ¿O seré un hombre?, dudó. No estoy seguro de que sea una mariposa al cien por ciento. Pudiera estarlo al cincuenta por ciento, o al cuarenta por ciento, o al veinte por ciento, o al noventa y dos por ciento, que es lo mismo que nada, porque si no estoy seguro al cien por ciento de que soy una mariposa, no me sirve de nada, pues bien pudiera ser un hombre. ¡Pues vaya!, se dijo. ¡Vaya, vaya!, volvió a repetirse a sí mismo. A ver, vayamos por partes. El Homo sapiens se caracteriza, desde el punto taxonómico, desde luego, como un animal, o sea, del reino Animal, dotado de una espina dorsal segmentada, o sea, del subfilo Vertebrados. Además, siguió pensando Chuang Tzu, la madre da de mamar a sus crías (lo que me convertiría en un mamón, todo hay que decirlo), o sea, que es de la clase de los Mamíferos, cuya gestación se realiza en el útero dentro de una placenta, o sea, de la subclase de los Euterios. Está provisto de extremidades que tienen cinco dedos, o sea, que pueden cantar los cinco lobitos; posee clavícula y un único par de glándulas mamarias situadas en el pecho, o sea, del orden de los Primates. Tienen los ojos emplazados en la parte frontal de la cabeza, lo que les facilita la visión estereoscópica, que es muy provechosa; el cerebro es grande (con una capacidad de 1400 cc, o sea, centímetros cúbicos) en relación con el tamaño del cuerpo, lo que hace que sean del suborden de los Antropoideos y pertenezcan a la familia de los Homínidos, que es una palabra muy bonita, no se puede negar... Pero, ¿de qué me sirve todo esto que estoy diciendo si fuese una mariposa? Mucho o sea, mucho o sea, pero no me sirve de nada ¿Seré una mariposa? ¡Qué confusión! Chuang Tzu tenía sus dudas. Vale, se dijo, pensemos que soy una mariposa, pero: ¿Lepidoptera, Ditrysia, Attacus o Microlepidoptera? Ante semejante pregunta se angustió un poco, aunque estaba decidido a no parar hasta saber, por lo menos, la especie. Vamos a ver, se dijo, no soy ni del género Attacus, ni del Microlepidoptera, porque son mariposas nocturnas, y yo no soy mariposa nocturna porque suelen ser más feas que las diurnas, y como ya he dicho antes, si soy una mariposa, esta ha de ser bella y grácil, porque fea y barrigona no quiero ser. Así que, en su defecto, sonrió Chuang Tzu, soy una Lepidoptera o una Ditrysia. Aunque, dudó, no me importaría ser una Esfinge de Darwin, o sea, una Xathopan morganii, que siendo nocturnas, son grandes y tienen una probóscide de hasta 30 ó 35 centímetros para poder llegar a los órganos nectaríferos de la orquídea, que es la única flor de la que se alimentan. No me importaría en absoluto tener una probóscide así de larga, la verdad. Pero, siguió pensando Chuang Tzu, creo que estas mariposas sólo viven en Madagascar y me parece que estoy muy lejos de allí, aunque vete a saber, porque ni siquiera sé quien soy, pero bueno. Además, continuó, por mucho que me gusten las orquídeas, estas mariposas tienen un cuerpo muy grueso, y yo tengo que ser grácil, ligera y liviana. Además, seguro que mis alas están unidas sobre mi dorso ahora que descanso, y eso es propio de las mariposas diurnas y no de las nocturnas, que mantienen las alas separadas, abiertas a todo, que son unas putas, seguía elucubrando Chuang Tzu. Es más, se dijo, las antenas de las mariposas nocturnas son plumosas y yo creo que mis antenas, si las tuviese, serían lisas, porque plumosas es una palabra que vete tú a saber. Y los colores de sus alas suelen ser pardos, que es un color absurdo y no me gusta nada. Yo debo de tener colores vivos y brillantes, porque creo que me gusta hacerme notar, afirmaba Chuang Tzu, porque para mí no es nada malo hacerse notar, siempre que se haga con respeto hacia los demás, pienso yo, vamos... Si fuera hombre, sería más difícil hacerme notar porque todos son más o menos iguales, aunque claro, hay cada ser humano por ahí que déjalos correr... Porque, ahora que lo pienso, no estaría tan mal ser un hombre. No, nada mal... Sería bípedo, por ejemplo. Y creo que no está mal ser un bípedo. Es distinguido y las mariposas no son bípedas, entre otras cosas porque no tienen pies, claro. Y ya que estoy en materia, la bipedestación consigue otras manifestaciones mecánicas muy importantes y necesarias para un ser humano como una pelvis ancha, una rodilla articulada, el hueso del talón alargado y un dedo pulgar largo y alineado con los demás dedos del pie para no perder el equilibrio, que es muy importante, hoy por hoy, eso de no perder el equilibrio, pensó Chuang Tzu con segundas... Ahora que caigo, siguió, eso de ser un perfecto bípedo conlleva la liberación de las manos, capaces de manipular los más diversos objetos de forma muy precisa. Es más, lo de manipular me gusta, porque tiene un no sé qué de no sé qué que no sé qué... Otra cosa muy importante es que si fuese un hombre y, por consiguiente, bípedo, podría hablar. Esto no es ninguna tontería, porque lo que muy poca gente sabe es que los humanos hablan gracias a que son bípedos, pues sus cuerdas vocales están ubicadas de manera adecuada para crear sonidos, aparte de que el cerebro controla el movimiento de los labios y de la lengua, que es un requisito indispensable para hablar... ¿Cómo no se me ha ocurrido antes?, se preguntó, de pronto, Chuang Tzu. Si hablo seré un hombre y, si no, seré una mariposa. A ver...

-...

Nada, pensó. Volvió a intentarlo.

-...

Pues no oigo nada, se dijo Chuang Tzu. ¿Seré una mariposa? Volvió a probar.

-...

Nada de nada. No, si lo que yo digo, pensó, ahora resultará que soy una mariposa y ya me estaba acostumbrando a pensar que era un hombre... ¡Una cosa, no tan rápido! Puede ser que sea mudo, o sordomudo, o sordo sólo. Eso lo explicaría todo. Pudiera ser, nunca se sabe... Bueno, mientras no sea negroide o mongoloide, ya está bien. ¿Quién me dice a mí que no soy un caucásico sordomudo? Tiene su qué, no se puede negar... Aunque... Aunque... ¡Quizás sea una mariposa limonera!, se le ocurrió, de pronto. La Gonepteryx rhamni es muy distinguida y, además, europea. Y ser europeo en estos días que corren creo que está muy bien. Soy una mariposa culta, eso es. Europea y culta, que es muy chic... Aunque también podría ser una Papilio machaon, o sea, una cola de golondrina, que también es europea. No sé, dudaba Chuang Tzu... No. ¡Ya está!, respingó. Lo que soy es una Danaus plexippus. Eso es. Soy una mariposa monarca, que es muy viajera y peregrina. En invierno va de Canadá hasta el mismo centro de México, pasando por EE.UU., e incluso, vuelan sobre el mar desafiando vientos como los alisios. Son muy emprendedoras y, aunque no sean europeas, ven muchas cosas por todo el tiempo que pasan volando. De Canadá a México hay muchas cosas para ver, pensó Chuang Tzu y, por consiguiente, no deben ser tan tontas. Los viajes instruyen mucho, pensó. Y a mí me gusta viajar, eso sí que lo sé. Es mucho mejor ser una monarca americana que una limonera europea, que por muy del viejo continente que sea, no sale de un campo de limones, y eso no es vida, la verdad... ¿Y si fuera una Ithomoiina? Es una mariposa muy respetada, pensó Chuang Tzu. Nadie se la come. No hay depredador que se atreva a comérsela por el mal sabor que tiene. Es repugnante. Podría ser, sí, aunque quizás sería mejor que fuese una Dismorphina, una Danaida o una Castniida, que imitan el color de la Ithomoiina para que no se las coman, pero no son repugnantes como ella, y, puestos a elegir, preferiría ser una de estas tres, pues parecen inteligentes y, si me comen, por lo menos que no sea repugnante. Ay, no sé, no sé... Si soy tóxica, tendré marcas amarillas, naranjas o rojas sobre fondo negro para advertir a quien quiera comerme. O sea, seré una mariposa de mimetismo batesiano. Yo creo que es bastante distinguido y considerado por mi parte... Ay, pero no sé si quiero ser una mariposa tóxica. Quizás fuese mejor ser una mariposa de mimetismo mülleriano, de esas que vuelan todas juntas de aquí para allá, todas arrebujadas, como locas; aunque no sé, creo que también son tóxicas, si no me equivoco. ¡Qué complicado!, se quejó, ¿seré una mariposa tóxica?, respingó Chuang Tzu... ¡¿Qué soy, qué soy!?, gritó en su interior. ¿Un hombre, una mariposa, un escarabajo pelotero...? Un momento, se dijo, un escarabajo pelotero, no. Eso ni pensarlo. Si, como ya he dicho antes, en el caso de que fuera una mariposa, mi probóscide sería incapaz de tocar una boñiga, pues eso, es harto improbable que pueda ser un escarabajo pelotero, que sólo se dedican a remover excrementos de aquí para allá. Casi prefiero ser un hombre negroide, fíjate tú, que creo que dicen que tienen otro tipo de probóscide, pero no sé, no quiero meterme en asuntos de esos, que después ya se sabe. Que con su pan se la coman... Y así siguió Chuang Tzu pensando y elucubrando durante largo tiempo, hasta que un día, aun sin haber llegado a saber lo que era, sintió un fuerte dolor en el pecho que lo hizo despertar, si es que realmente estaba dormido. Pero no le sirvió de nada, pues antes de morir le quedó la duda de si aquel dolor que le sobrevino era el de un infarto de miocardio o el de un alfiler perforando su frágil cuerpo de insecto, para permanecer disecado en un panel de algún codicioso entomólogo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer llegué, leí y me fui, y no dije nada. Hoy vuelvo para no decir nada tampoco, porque los sueños y las dudas me roban todas las palabras.

pon dijo...

Yo creo que es la mariposa de la muerte, la que tiene una calavera dibujada en el cuerpo, la de "El silencio de los inocentes". De tanto pensarlo ni se ha enterao.....

Marga dijo...

Me ha pasado igual que ha brokemac, entré leí y me fuí.

Ya se que no es una observación muy erudita, pero es que de tanto cavilar el pobre señor, hasta dolor de cabeza me ha cogido a mí.

Y claro, como es de esperar en mí, no me he enterado de si al final, era... ¿Qué era?

Muacs

Unknown dijo...

No creo que aporte ninguna erudita observación, aunque puedo asegurar que si la estoy escribiendo, no sueño que la escribo, por el momento, más tarde ya no sé...

¿Que es Chuang tzu?... pues al fín y al cabo lo que sea que quiera ser en cada momento ...

Besos, me ha gustado mucho.

BarakKhazad dijo...

:-
...

así me he quedado al leer el final.

pobre, murió con la incertidumbre...
o quizá con certidumbre en el superego pero no aceptación, y por tanto, confusión inducida. espero que no, porque eso sería patológico. la incertidumbre, puede ser por alienación, o por simple despiste, así que mucho mejor.

Anónimo dijo...

...qué largo se está haciendo el duelo por el señor Chuang Tzu...

José L. Serrano dijo...

espero que su probóscide haya sido donada a la ciencia

José L. Serrano dijo...

nos hemos tomado la libertad de incluirle en el apartado de Nuestras Amsistades en la Taberna del Mar

pero no se junte con alguna de ellas, que son peligrosas

Anónimo dijo...

Sería bueno que Grisson del CSI, que es entomólogo, nos tendiese una manita para determinar que es el pobre Sr. Tzu.
Te ha quedado muy kafkiano el texto.

Anónimo dijo...

Vivir..., no vaya a ser que en una de éstas venga el infarto o el perforador alfiler.

Acojonada me quedo, como cada vez que visito esta tierra de nadie.