SENSO / 6

Una semana después estalló la Gran Guerra y a Elea se le acentuaron aún más las crisis. Muchas noches salía descalza y gritaba que quería volar, que los pies le quemaban. Obsesionada con pisar el suelo lo menos posible, sus saltos hacia el cielo eran cada vez más grandes. Como el Wendigo americano Elea se elevaba siniestramente en el aire con sus pies de fuego bajo la noche iluminada por las explosiones de los misiles scout. A cada detonación su cuerpo se evidenciaba en el aire, como una bailarina iluminada en estampida con los pies encendidos.

3 comentarios:

Javier dijo...

Más de uno quisiéramos en estos momentos volar, desprendernos del suelo que pisamos, huir sin saber bien a dónde. Pero sólo queda plantar cara a lo improbable y desear que exista una posibilidad bastante improbable.

pon dijo...

no sé si es la fecha, pero me está recordando los relatos de Lovecraft, mieditooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!

brokemac dijo...

Strawberry Roan:
Que sepas que te echo mucho de menos aquí...