LAS COLUMNAS

Esa respiración permanente que siempre oigo, que acaso sea la mía. Ese clic. Inspiro, clic; expiro, clic. Alguien llora. Me atormenta… Iba yo entrelazándome en las columnas como si obedeciera órdenes de Lezama Lima. Eran duras y frías, de mármol diría yo, aunque me sería imposible asegurar todo esto que estoy diciendo, casi sin pensar; porque pensar en ciertas cosas, me da miedo. Después de que el jaspe acariciara mi cuerpo, miré hacia el cielo, que no era azul, lleno de tortugas pequeñas, y me pregunté porqué las cosas más simples son las que más me cuesta comprender. Nunca lo difícil, que me entretiene desenmarañando su intrincado ovillo de incógnitas, hasta dejarlo liso y comprensible, sensible e indefenso. Pero es entonces cuando lo ignoto deja de serlo y se convierte en fácil para mi entendimiento, gira la rueda de nuevo y no lo comprendo, pues como ya he dicho antes, lo simple me entorpece y se me hace arduo para su vislumbre. Son estos ciclos de idas y venidas en mi propio pensamiento los que se me revelan como un latigazo en lo sensato y hace que vuelva a ellos con la firme convicción de que jamás podré salir de su gravedad demoníaca. Es por todo esto que como si de una orden de Lezama se tratara, iba yo entrelazándome entre las columnas de mármol frío, aunque no pueda asegurarlo, porque digo todo esto casi sin pensar... Esa respiración permanente que siempre oigo, que acaso sea la mía. Ese clic. Inspiro, clic; expiro, clic. Alguien llora. Me inquieta… Marchaba yo entretejiéndome en las pilastras como si acatara órdenes de Lezama Lima. Estaban rígidas y heladas, de jaspe señalaría yo, no obstante sería quimérico afirmar todo esto que estoy explicando, poco más o menos sin cavilar; porque pensar en algunas cosas, me da pavor. Luego de que el mármol arrullara mi cuerpo, eché un vistazo hacia a las alturas, que no eran añiles, y me inquirí a mí mismo porqué las unidades, sean tortugas o no, más fáciles, son las que más me cuesta percibir. Jamás lo peliagudo, que me distrae dilucidando su enredado lío de enigmas, hasta dejarlo llano y evidente, impresionable y desamparado. Mas a la sazón, es cuando lo desconocido deja de estarlo y se reconcilia en posible para mi intelecto, da la vuelta el círculo de nuevo y no lo alcanzo, pues como ya he dicho anteriormente, lo fácil me estorba y se me crea tarea peliaguda para su comprensión. Son estos períodos de impulsos y regresos en mi propio especular los que se me revelan como un azote en lo juicioso y hace que retorne a ellos con la irrevocable certeza de que en la vida podré saltar de su infernal gravitación. Es por todo esto que como si de una orden de Lezama se tratara, iba yo trabándome entre los puntales de cuarzo helado, si bien no puedo aseverarlo, porque expreso todo esto poco más o menos sin recapacitar... Esa respiración permanente que siempre oigo, que acaso sea la mía. Ese clic. Inspiro, clic; expiro, clic. Alguien llora. Me aflige… Caminaba yo trenzándome en los puntales como si cumpliera un mandato de Lezama Lima. Vivían rigurosas y frescas, de diaspro acotaría yo, sin embargo concurriría caprichosamente en aseverar todo esto que estoy declarando, poco más o menos sin meditar; porque recapacitar en algunas cosas me da pánico. Un poco más tarde de que el ónice coqueteara con mi cuerpo, observé la cúpula celestial, que no era celeste, repleta de tortugas, y me contrarié porque las cosas más factibles son las que más me cuesta distinguir. En absoluto lo laborioso, que me hacen matar el tiempo interpretando su confundido fardo de misterios, hasta dejarlo natural e innegable, susceptible y desabrigado. Pero cuando lo inexplorado deja de estarlo y se aviene cómodo para mi capacidad, da la vuelta el disco nuevamente y no logro su merecimiento, ya que como he expuesto antes, lo posible me cohíbe y se me crea labor compleja para su juicio. Son estas etapas de tracciones y regresiones en mi propio discurrir los que se dejan ver como una flagelación en el juicio y hace que regrese a ellos con la irreparable seguridad de que en la vida conseguiré dejarme llevar en su vorágine espiral de elementos inabarcables. Gracias a ello me sometía a un supuesto mandato de Lezama, si es que de eso se trataba, e iba yo enlazándome entre cariátides que no lo eran, de piedra inerme y fría, aunque no pueda confirmarlo, porque casi siempre digo las cosas por decirlas, casi sin pensarlas, casi por decir algo, casi, casi, como cuando iba yo entrelazándome en las columnas como si de una orden de Lezama Lima se tratara.... Y si de eso se trataba, tengo que decir que las columnas que se disponían a lo largo y ancho de aquel jardín sombrío, no eran columnas, ni tan siquiera había, pero yo obedecía órdenes de alguien, que no era Lezama, y no podía dejar de entrelazarme en ellas. Porque era tan fácil hacerlo, tan sencillo, que no importaba que no hubiera pilastras en las que entretejerme si me lo mandaba Lezama, aunque no fuera él quien me lo ordenara, ya que yo estaba decidido a obedecer. Y aquél cielo que no era cielo, ni firmamento, ni nada parecido, lleno de tortugas. Lo azul, que no lo era, y que yo veía, se extendía a un infinito acotado por mis ojos cerrados. Me dejaba llevar por el roce de las columnas con mi cuerpo, mientras pensaba en cosas difíciles de entender y que comprendía, para dejar de comprenderlas. Yo creo que fue aquel día cuando sucedió todo. O, al menos, comenzó a suceder, y ni siquiera sé cuando acabará, porque una cosa es segura: todavía no ha terminado. Veo tortugas que se hacen más y más pequeñas a medida que cogen altura. Las tortugas se convierten en tortuguitas. Aún sigue lo oscuro sobrecogiéndome como a un animal indefenso antes de ser devorado por su enemigo, que quizás no lo sea, o sí, quién sabe... Esa respiración permanente que siempre oigo, que acaso sea la mía. Ese clic. Inspiro, clic; expiro, clic. Alguien llora. Me angustia… Quién sabe si no empezó todo el día en que las columnas me llamaban en susurros con la voz de Lezama obligándome a ir hacia ellas. Acércate, me decían. Y yo apartaba la hiedra del camino con sólo mirarla. Ni una sola hoja pisé de las trepadoras que confundían el camino tortuoso que conducía a las hileras de sirenas de piedra. Porque yo ya pensaba que las pilastras eran sirenas de piedra, cariátides marinas de sal, de cuarzo, de mármol. Y la voz de dios Lezama, de lezama Dios, empujándome, ordenándome que fuera hacia la misteriosa telaraña de columnas en la que quedaría atrapado como una hoja, un insecto, un Ulises trastornado por la suave voz que como una ligera brisa discurría entre el aire acuoso y frío de aquellas sombrías pilastras del fondo del jardín... Poco a poco fui descubriendo la terrorífica verdad. ¿Era realmente aquello un jardín? ¿Eran columnas? ¿Era Lezama quien me hablaba? Yo creo que estaba buscando a Dios igual que un pájaro hambriento busca los huevos semienterrados de mamá tortuga a punto de resquebrajarse… Los pájaros negros, más negros aún que las aguas del mar en la noche, esperan a que las mamás tortugas pongan los huevos. Una acción lenta la de poner los huevos, como lento es el enterrarlos en la arena, como lenta es la vuelta de las tortugas, arrastrándose, a las negras y lentas aguas del mar en calma. Desde los acantilados los pájaros vislumbran el reflejo nacarado de los huevos mal enterrados y se lanzan hacia ellos. Negro rápido contra blanco lento… Pero es normal: en el momento en que la ola calma acaricia la cabeza de mamá tortuga lenta, el pico del pájaro rápido rompe el cascarón del huevo indefenso… Dios es todo esto y más: la horrible verdad. Pues, ¿no es cierto que la verdad siempre es despiadada? Y si la verdad es Dios y dios es la Verdad, Dios también es despiadado: los pájaros esperan a que los huevos maduren, florezcan y se rompan, de pronto, todos en la misma noche negra, dejando libres a miles de tortuguitas lentas y siniestramente florales que corren desesperadas con sus cortas patas-pétalo hacia la playa calma. Terrorífico… Intentan escapar del pico rápido y mortal de las aves bajo los gritos de las lentas mamás tortugas que ven cómo sus crías lentas son devoradas en la negra noche por los negros pájaros, más negros aún que las aguas calmas del mar adónde intentan llegar las miles de tortuguitas lentas sin llegar a conseguirlo, en un angustioso ciclo de supervivencia y depredación absoluta. Tortuguitas que vuelan entre los picos de las aves aleteando en el aire sus cortas patas-pétalo a punto de morir bajo la desesperada mirada de mamá tortuga-flor, que sólo le queda sumergirse en las negras profundidades del océano para llorar, sola, sin ser vista, escondida entre las algas. El castigo que impone la vida llega demasiado pronto para algunos. No hay que luchar contra ese castigo, sino aceptarlo. No hay nada que hacer… Esa respiración permanente que siempre oigo, que acaso sea la mía. Ese clic. Inspiro, clic; expiro, clic. Alguien llora. Me abruma… Es la sentencia más horrible de la vida. Igual que el amor es utilizar a las personas, yo utilizaba a las columnas para entrelazarme en ellas y ellas me utilizaban a mí para acariciarme, aunque no lo recuerdo bien. No logro recordar ciertas cosas, pero sé que había amor y tortugas-flores. Mi auténtico primer recuerdo es el de ayer. Ayer mismo, como cuando me entrelazaba en las columnas del fondo del jardín, o eso creo. El caso es que empiezo a recordar un futuro sin algas. El pasado se me nubla, no puedo recordarlo. Por eso, no sé desde cuando me deslizo entre las columnas del fondo del jardín. Si pudiera recordar… Pero prefiero jugar. Somos niños en un gran jardín de infancia lleno de columnas. Y jugamos a las cuatro esquinitas. No estoy solo. No estamos solos, las tortugas y yo. Jugamos a mirar dibujos. Miramos dibujos de tortugas para salvarnos. Ahora sólo miro dibujos de tortugas. Antes podía leer, pero ya no, no sé desde cuando las letras dejaron de serlo para ser sólo dibujos de tortugas. Creo que Dios intenta salvarme, pero ¿por qué a mí? Quizás piense que merezco ser rescatado del pico implacable del ave Recuerdo, al igual que una tortuguita lenta la salva la mano de la ola Suerte, ofreciéndome las columnas del fondo del jardín para entrelazarme en ellas, bajo el cielo azul, que no es tal, sino negro, como el destino de un recuerdo pasado e inútil de Lezama, que me implora y ordena que me entreteja en las pilastras de mármol del fondo del jardín, o al menos eso creo yo. Porque no hay mayor placer que poder hacer una y otra vez algo que me gusta. Acaso no sea más que un simple juguete en este jardín de infancia. Las columnas vivas juegan con mi cuerpo inerme. O no… O sí, no sé. A veces estoy tan, tan nervioso que podría salirme de la misma piel. Aunque no pueda recordar, todavía puedo pensar. Carpe diem sin final, si no fuera por esa respiración permanente que siempre oigo, que acaso sea la mía. Ese clic. Inspiro, clic; expiro, clic y que me atormenta… No oigo llorar a nadie… No oigo llorar a nadie… Creo que cada vez tengo las cosas más claras. Estoy más cerca de la verdad. Pero, antes de que deje de oír el sonido metálico de mi, acaso, propia respiración, déjenme hacer una pregunta: ¿no es verdad que he estado entrelazándome en las columnas del fondo del jardín?

49 comentarios:

Rosa dijo...

"Dientes de flores, confía de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados" Alfonsina Storni

Las tortugas y su turtuoso viaje a la tierra; solo las fuertes llegan las demás moririran en el camino...

El mar es otro mundo que el hombre no está destinado a descubrir, apenas tenemos un atisbo, solo eso.

Anónimo dijo...

¿Entrelazándote?, lo que parece es que las palabras juegan al escondite detrás y delante de las columnas. Eres genial moviéndolas de un sitio a otro.

Anónimo dijo...

Estooo, la foto...

Justo dijo...

Estas variaciones Lezama Lima con tortugas y pájaros negros como las aguas del mar en la noche tiene algo de endiablada, sí, y no sólo porque se ponga en tela de juicio la Bondad del Hacedor.., sino también por ese entrelazado de columnas en el fondo del jardín -¿por qué en el fondo?-.

Negro rápido contra blanco lento.. sí, me resulta terrible esa imagen de los huevos mal enterrados, y los pájaros que vislumbran un reflejo nacarado y se lanzan.. ¿pero por qué es dios Lezama? ¿Porque es un creador? ¿O porque utiliza a los lectores como si fueran sus amores?

(La resignación como terapia no está nada mal, aunque dicho así suena muy feo, pero si el auténtico primer recuerdo es el de ayer es más fácil conseguirla)..

Abrazos, entrelazados

/ dijo...

Qué placer habernos reencontrado!! Como ves, el tiempo no tiene nada que ver, enero está ya lejos, y nos volvimos a encontrar. Tu relato es soberbio, y coincido con vos en que a mí tampoco me gustan las cosas fáciles, me aburren, mi inteligencia evidentemente pide mas trabajo, y sin peyorativo con nadie. Me encanta en tu relato como uno va como si fuera una montaña rusa, subís y luego bajás, pero no se sabe hasta dónde!!
Lo que te pido es que me digas el nombre del aria y la soprano que canta, pues tu música me hace volar junto a tu escritura y no quiero pensar mientras leo quien canta.

Yo posteo los miércoles, mmmmmmm ahora estoy escuchando a Satie, genio si los hay, ves como me distraigo?, sigo, ese día te espero, ahora te pongo en mi lista de favoritos, ok?

Te mando un beso enorme.

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Si has leído y disfrutado con "Paradiso" me enamoraré de ti ipso facto (bueno, si hay alguien más, al estilo platónico):-), porque seremos de los únicos, ¡Caray cómo disfruté! Me lo leí en dos tardes, casi tres, y flipé.
¿Eres lo suficientemente delgado y escurrido como para esconderte detrás de una columna y que no se te vea? Es una pregunta al viento, muy dórica que me salió.
Que conste que he ido leyendo algunas Crónicas Irresolutas, (y las leeré y las comentaré, aunque tenga que dejar a los niños con su madre), pero es que se me acumularon ciertas desgracias cervicales, y estaba sin cartucho en la impresora, porque...lo que me queda por leer lo voy a imprimir, y en un pis-pás lo iré comentando, que no me olvidé.
Besotes.

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Bueno, "Paradiso" y "Oppiano Licario", pero ésta última no la encontré, así que me fui a Alejo Carpentier y su "El recurso del método". Todo quedaba en casa, épocas barrocas llenas de columnatas que tiene uno...
No son malos maestros...,no.
Abrazos.

Juana Macías Moreno dijo...

Tal vez solo tal vez sea verdad. Qué bien has entrelazado las palabras, genial.

Un beso.

Strawberry Roan dijo...

Rosadefuego:
Lindo lo de Alfonsina Storni.
Tener atisbos de algo y no tener la certeza al 100% me parece mucho más interesante y sugerente. Yo lo prefiero. Los atisbos crean magia, melancólicas dudas y posibles esperanzas...

Un beso

Strawberry Roan dijo...

Brokemac:
Sí, entrelazándome, y para eso están las palabras, para jugar con ellas, ¿no?
La foto, ¿qué?

Muac

Strawberry Roan dijo...

Justo:
Me preguntas que por qué en el fondo del jardín... Pues porque en el fondo o trastienda de todo lugar es donde se encuentran los secretos, donde se guardan las cosas verdaderamente importantes.
Lezama es dios y un creador justamente porque ha creó la perfección en lo que escribía, y utiliza a sus lectores como amores porque yo lo amo y soy lector suyo...
Intento no recordar cosas muy antiguas pues me hacen daño. Intento olvidarlas, pero no es fácil.

Un abrazo

/ dijo...

Cómo me vas a odiar, si todavía no nos conocemos? Hay que darse tiempo, estoy seguro que nos vamos a tener un gran afecto, pero tené paciencia, no desesperes. Y veo que varias personas te quieren, por algo será.
Gracias por visitarme.

Un beso grandote.

Strawberry Roan dijo...

Stanley Kowalski:
Y ya nadie nos podrá separar, jejeje... ¿Qué miedo, no?
Si te refieres a “Casta diva”, es Cecilia Bartoli quien la canta. Si es “Cold song”, de Purcell, no sé quien es, pero es fantaástica, ¿no crees?

Besos

Strawberry Roan dijo...

Ripley:
Sí. He leído y disfrutado “Paradiso” (¿seremos los únicos?)
y puedes enamorarte de mí aunque haya alguien más (así tengo dos, como Victoria Abril en “Amantes”: uno para los pares y otro para los nones).
A tu pregunta dórica te diré que más que delgado (que lo soy, por supuesto) podría decirse que soy muy elástico (una gran ventaja en la cama) y puedo entrelazarme muy bien en las columnas (y otras cosas).
Yo también leí a Alejo Carpentier (“El siglo de las luces” es genial) en la misma época que a Lezama Lima. Creo que mi atracción por todos estos escritores empezó cuando leí “Antes que anochezca”, de Reinaldo Arenas, en donde mencionaba Lezama y a otros muchos otros escritores (por cierto, Alejo Carpentier no salía muy bien parado. Reinaldo lo odiaba).
Por si te sirve de algo “Oppiano Licario” lo editó Alianza Editorial, en la colección Alianza Tres Era. Yo tengo esta edición (sí, lo tengo), aunque creo que está descatalogada. ¿Cuánto me das? (que sepas que si no has leído Oppiano Licario, tu lectura de Paradiso está incompleta).
Una pregunta: ¿Has leído algo de Severo Sarduy?

Beso grande

Strawberry Roan dijo...

Lunaazul:
Yo quiero creer que es verdad, pero no estoy seguro del todo. Quien sabe, tal vez sí... o no...

Un beso

Anónimo dijo...

A punto estoy de detenerme por aquèllo de eruditas...no vaya a ser que me borres..
de aquì a Lima?...de aquì a Barcelona, dirìa yò,con lo que me gusta!

Pero como ahora mismo no puedo...me he detenido un buen rato leyendo tu maravillosa historia...


saludos cordiales

Arquitecturibe dijo...

Las cosas faciles son muy comunes... lo dificil es escaso y como tal invaluable...
Mira que venia con animos de leer varios posts, pero me he enganchado contigo y ya debo ir a dormir!!! jejeejej
te me has roobado el tiempo señor de los caballos!
besos desde mi lejana galaxia

devezencuando dijo...

Pasando a saludar mi buen señor de los caballos.

Te soy sincero, no he leído nada de lo que escribes últimamente. Falta de tiempo más que nada.

Se te quiere. Te mando un abrazo bien grande!!

Anónimo dijo...

He visitado tu jardín, he buscado detras de las columnas y me he encontrado con unos ojos transparentes que me son muy familiares, como los del dibujo.
Hace tiempo que me entrelacé a esa mirada.

CRISTINA dijo...

Para nota, lo tuyo es para nota...

Saludos.

Anónimo dijo...

...solo pasaba a saludar...

Anónimo dijo...

Ah, lo de la foto. Me intentaré explicar.
Es que no entrelazas sólo las palabras, desfiguras las realidades y las multiplicas,
las disfrazas de transparencia para confundir la noche amurallada, extiendes tu discurso y abres tu mano y yo me siento frente a ese arte, casi extraña contestando la pregunta acerca de una foto que ya no es foto porque la has transformado en un cristal lleno de sombras y me quedo sin saber…,con ese maldito silencio que me devora cada vez que se estira en un cielo sin estrellas.

Efter dijo...

tengo prisa, hola! Luego lo imprimo y lo leo, si no se me acaba el papel.

Anónimo dijo...

A diferencia de Kowalski mi inteligencia no da para tanto y como a mí también me gusta soltar palabritas, poquitas y simples bien es cierto, te diré que me has dejo acojonada, que no sabía si subía o bajaba, si estaba en una columna o en otra, que no sé a que me he entrelazado.. que yo no conozco nada igual Strawberry Roan.

Estupendo poder oír a la vez la 5ª de Mahler, al menos ella me daba paz, je, y fíjate que me ha dado tiempo hasta de oir el Opening.

Un beso.

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

No, no he leído a Severo Sarduy, pero "Antes que anochezca", sí. Me acuerdo de la mención en la que que no salían muy bien parados varios escritores, sí, otro que no salía nada bien parado, creo que era Carlos Fuentes. Cargaba un poco contra los escritores que hablaban mucho en la tele...
Cubanos he leído además a Cabrera Infante, a Pedro Lemebel..., que ahora recuerde.
Hicieron una re-edición de "Oppiano", pero el que no encontraba era el de Alianza, sí...
Así que eres flexible, eso está muy bien (y lo de los pares y los nones de Victoria Abril, yo creo que también):-). Yo encantado, ya te digo.
Abrazos

Strawberry Roan dijo...

ARMIDA MARTIN:
Nunca te detengas, ni siquiera para saludar.
Tendremos que intercambiarnos la casa; tú te vienes para aquí y yo me voy para allá.

Un abrazo

Strawberry Roan dijo...

Dark Angel:
Me encanta robarle el tiempo a la gente (aparte de los corazones). Espero que soñaras buenas cosas después de leerme...

Un abrazo desde Barcelona

Strawberry Roan dijo...

devezencuando:
Ante todo, sinceridad. Ya tendrás tiempo de leer algo de lo que escribo. Igualmente me alegro de verte por aquí.

Un beso

Strawberry Roan dijo...

enero20:
...y yo también de la tuya, desde aquel día en Bilbao...

Te añoro

Strawberry Roan dijo...

CRISTINA perdida en el espacio:

¿Alta o baja?

Un abrazo

Strawberry Roan dijo...

brokemac:

Los silencios aparecen cuando, cansado de entrelazarme entre las columnas, caigo al suelo exhausto, dolorido y pienso en Lezama; me oculto entre la hojarasca seca del jardín para estar solo. Porque muchas veces quiero estar solo, sobre todo cuando un extraño dolor, que no es dolor, sino melancólicos recuerdos de las cosas que hubieran podido ser y no han sido... ¿Lo entiendes ahora? Dime que sí.

Strawberry Roan dijo...

Efter:
Diosssss, qué stréssss!!!!!!!

Strawberry Roan dijo...

cristina:
Lo que tú digas, pero la copa de Rey es para el Barça. Me querías distraer, ¿eh, pillina?

Strawberry Roan dijo...

Ripley:
Pues te aconsejo que leas a Severo Sarduy, es lo más.
Bueno, al grano: ¿qué te días te van mejor, los pares o los nones?

maimai dijo...

Después de leerte tengo la sensación de haber estado en un enorme laberinto y de haberlo superado no con el lógico alivio, sino con tristeza porque algo me falta, algo que me empuja a seguir mirando atrás, a volver a entrar.

CRISTINA dijo...

Strawberry, no había leído tu comentario sobre mi comentario...
nota alta, alta, claro, hasta con velocidad de escape, como los cohetes que suben tanto y tan rápido que escapan de la gravedad.

Besos.

you dijo...

sALUDOS........

Strawberry Roan dijo...

maimai:
Tienes dos opciones:
1) Vuelve a entrar e intenta buscar lo que te falta.
2) No entres más, no vaya a ser que te quedes enredada y no puedas salir.

Besos

Strawberry Roan dijo...

Cosmonauta CRISTINA:
Eso es que me ves con buenos ojos... Gracias!!!!

Strawberry Roan dijo...

you:
Saludos para ti también...

/ dijo...

Hola! Te quería pedir un favor, si no te molesta, habilité mis seguidores, serías tan amable de incluirte? Tengo problemas con BLOGGER en mi lista de favoritos, de vez en cuando me borra alguno y como son muchos, me doy cuenta varios días después.

Gracias y besos

pon dijo...

No soy capaz de dejarte erudición alguna y siquiera un comentario mínimamente hilado. Asi que me voy al fondo del jardín, ahí detrás de los estos de boj donde el sol no hace sombras. No es que me autocastigue, es que desde ahí te voy viendo por dónde vas.

Strawberry Roan dijo...

Stanley Kowalski:

Ya está, ya soy un fiel seguidor tuyo...

Abrazos y una palmadita en la nalga (derecha)

Strawberry Roan dijo...

A mi madrina pon:

Sígueme
si es que puedes...
He doblado a la izquierda
luego a la derecha
y luego qué más da.
Tus palabras me acarician,
aún sabiendo
que una palabra mal colocada
estropea el más bello pensamiento;
pero tus palabras
me ofrecen el Paraíso
ya que me siento querido.
Una palabra tuya
economiza no sólo cien palabras
sino mil pensamientos;
son palabras dulces
que ahora mi alma contesta.
Y, dime, pon,
¿por dónde voy ahora,
en qué columna estoy entrelazado?

Un beso que espero que sientas de tu díscolo ahijado...

pon dijo...

Sígueme tú a mí.....sin perder prenda.

De noche te desentrelazo con un soplido y estamos aquí, tras los setos de boj sin sombras, descansando sobre el musgo. Ya por la mañana volverás a las columnas de la pérgola del fondo del jardín. Mientras tanto, de noche, tras los setos, sonreímos.

Anónimo dijo...

(que cosa tan bonita..)

Anónimo dijo...

Sí, has estado entrelazándote en las columnas del fonde del jardín. Yo te vi el otro día. Pero, ¿te has quedado enredado?

pon dijo...

Te has ido a la feria de Scarborough, Strawberry???

Anónimo dijo...

Straw...qué alegría volver a leerte...creo que me perdí, pero ya me encontré...ahora vengo para disfrutar y deleitarme de tus escritos.

Un abrazo!