DOPAMINA

1. Golem


Querido:

En realidad, no es que todo sea fuliginoso, sino que tú lo percibes así, como el alquitrán o la brea, de esa manera que sólo unos cuantos tristemente privilegiados pueden ver. Taciturno, corres sobre la acera de antracita, grisácea y sucia de andares ajenos, carcomida de pasos furtivos, lamida por el caucho de suelas impertinentes, en busca de una salvación que ni tú mismo estás seguro de encontrar.

Pero tienes miedo... Se le podría perdonar que fuera noche –siempre es noche a tu alrededor-, aunque daría igual que fuese a pleno día, pues cualquier hora es parda, hecha de tinieblas, prieta, mate, gris. La muerte, bruna, te persigue escondida entre las sombras de ébano que te circundan, camuflada, quizás, en un oso de peluche carbonizado después de tanta vida nitratada, de tantos apretones y moliendas en aquellos tiempos en los que llorabas abrazado a él... Desde la estantería de tu habitación, entre la luz fúnebre de horas intempestivas, el oso te dice a través de su hocico cosido: un perro sin colmillos, negro como el azabache, te morderá el cuello cuando menos te lo esperes, y morirás sin remedio, dentro de tu propia herida innoble e infectada...

Sin colmillos para hacerte más daño, si cabe. Por eso decides huir, para salvarte, para vivir una vida plácida, sin tintas ni betunes que, como la brea, enlutan tu corazón y tu pensamiento. Dicen que serán años y años umbrosos el tiempo que huirás de tu vida mísera y renegrida, pero no sé por qué motivo estoy seguro de que sólo serán unos días crepusculares, unas semanas vespertinas, a lo sumo. Yo, que como tú, me veo reflejado en los horizontes infinitos, en las cuadraturas de nuestro pensamiento, creo que todo está a punto de finalizar, si es que el fin existe...

Hacía años que te dabas cuenta, pero nunca se te ocurrió contárselo a nadie porque te parecía un tema muy desagradable. Por eso lo escribo yo, que pareciera que fuésemos uno solo. No pienses que soy insensible, es demasiado rotundo. Las cosas hay que dejarlas muy claras desde un primer momento. ¿Por qué no llamar a las cosas por su nombre? Existe una especie de nostalgia, un deseo de cruzar hacia el otro lado, donde amigos y enemigos están reunidos en una misma inteligencia y una misma comprensión brunas; pareciera que quisieses acariciar otros cuerpos para ver que no hay una diferencia apreciable y comprobar que perteneces al mismo círculo de belleza oscura, bronceada. Quieres un mal para todos, compartido… Sin darte cuenta, deseas el mal para los demás, aunque sólo sea a ratos, de vez en cuando y en ocasiones cenicientas, en las tardes crepusculares y tristes.

Sueñas con ver algún resplandor deslumbrante y cegador, que te salve, pero a medida que vas huyendo por los caminos broncíneos, la dopamina se disuelve en tu cerebro de forma equivocada… Eres ambiguo para muchas cosas, pero con una lógica a cuestas, de manera que cuando llegas a ser, en unos de esos momentos de justicia existencial, alguien razonable, ocurre que a su vez llevas contigo la ambigüedad, y como sabes, una coexistencia pacífica de dos mundos en tonos diferentes es imposible, acaso malsana...

Muchas veces oías el ladrido tétrico del perro asesino detrás de la ventana y cómo sus pezuñas arañaban el cristal… Entonces bebías de la, según tú, poción mágica, y dejabas de oír. Nunca abrías la ventana. Sólo te acercabas a ella y observabas cómo el asesino mineral se desvanecía entre el hollín, sometiendo a la dopamina traviesa y culpable de tus frecuentes desvaríos…

Te conozco personalmente, sé muchas cosas de ti, y lo más curioso es que no sé quién ha podido contármelas. No recuerdo. Creo conocerte casi tanto como a mí o aún más… Incluso yo mismo veo a las urracas sobrevolar el cielo en busca de corazones desprevenidos. Pero tengo en la billetera esta carta que recibí un día y que en estos momentos estás leyendo. Eso, me ayuda. Me tranquiliza.

Ahora, que veo el reloj girar hacia atrás, es el momento... Tira del tiempo hacia atrás, de tus recuerdos. No mires al cielo macabro plagado de sombríos pájaros. No dejes que sus picos hurguen en el pecho de las buenas personas, como tú. No me conoces, no lo conoces todo. Recuerda cuando eras niño. Coge el oso y llora sobre él. Te conozco más que nadie. Cuando entre la hulla veas aparecer al perro sin colmillos, piensa que ese perro no existe. ¿No ves que no puede morderte? Su pezuña endrina no tizna el cristal de tu ventana. Es imposible vivir en dos mundos, recuérdalo. Escoge la existencia pacífica del camino y busca el resplandor. Sal del lado plúmbeo que eclipsa tu sentir calcinado, negro como el tizón. Déjate de ambigüedades cetrinas. Es la única manera que la dopamina deje de alcoholar tu cerebro noctívago que, sin tú quererlo, de forma mecánica y sin pedirte permiso, calcina y negrea el resplandor que estás buscando, asfaltándolo todo de negror interminable. Llama a las cosas por su nombre: nostalgia a la nostalgia, carbón al carbón, malvado a lo malvado, noche a las horas sin luz... Lee todo esto y guárdalo en tu billetera, a ser posible cerca de tu corazón, sobre el pecho, como yo mismo hice un día. Debes ser más sensible. Más aún que yo mismo, que escribo esto para ayudarte, para ayudarme. Ya son demasiados días requemados, aunque no te des cuenta y sigas destruyendo los horizontes que te propone el destino.

Oscurecido ya el día, apagado, cansado de pensares opacos, tengo que dejarte y esfumarme en la penumbra, dentro de ti. Espero que, cuando leas todo esto, te sirva de algo y pueda ayudarnos a dejar atrás la negrura de la vida requemada y que la dopamina encuentre el camino adecuado de una vez por todas, y que cada uno siga por caminos separados, hasta perdernos de vista. Cada día, a cada minuto, más lejos el uno del otro...

Tuyo, siempre,
un amigo


2. Tiempo compartido

Una conducta impredecible y aparentemente aleatoria era la tendencia en la vida de Ludovico, al igual que una columna de humo ascendente, el latido de cualquier corazón humano o el comportamiento de los enamorados.

-No es que lo rechace o lo acepte. La verdad es que estoy harto de este diálogo absurdo. Es mucho más fácil avanzar con vicios que con virtudes... ¿Quieres un café? Ayer volví a leer la carta. Creo que por eso me he decidido a hacerlo hoy. ¿Quieres un café o no?

Durante mucho tiempo careció de, al menos, un medio matemático para corregir su vida, por mucho que otros le insistieron que él mismo podía evitar la percepción de infinito que sentía. Sólo eran simples teorías.

-¿Me estás diciendo que debería abandonar sin más los simulacros? ¿Qué simulacros? No puedo salirme de la realidad y situarme fuera de todo. ¿Quieres que viva con tan pocos deseos como un elefante solitario? A veces me das risa.

La vida real, la práctica, le demostraba que era imposible evitar esa percepción. No paró de buscar la liberación de su caos interior. Ciertos esquemas recurrentes de comportamiento en su sistema tendente al caos implicaban unas constantes igual a los números de Feigenbaum. La geometría fractal, tan bella estéticamente, entró en su vida, y así pudo comprender un poco mejor su propio ser, sus actos y lo que provocaban, la afinidad insospechada y contundente con la teoría de catástrofes.

-Lo que quiero decir es que, si llego a odiarme, querrá decir que no soy humilde. La humildad es tan hipócrita. ¿Para qué sirve? Para serte sincero, siempre he buscado paisajes anteriores a Dios. De ahí el caos... ¿Me escuchas? ¿Qué miras? Tómate el café... Esta noche también ha sido terrible. Había tanta gente en mi habitación. ¿Qué quieren de mí?

Ludovico se bipolarizaba de la misma manera que un copo de nieve es la curva resultante de triángulos equiláteros, cada vez de menor tamaño, superpuestos en el tercio medio de los lados cada vez más pequeños; o sea, cuando la dopamina llegaba a su cerebro de forma descontrolada, se veía a sí mismo durmiendo en su cama o tomando un café en la cocina. Duplicado, triplicado, cuadriplicado..., dependía del día, pero en realidad siempre estaba solo.

-Escucha. Lo que pasa es que me siento acorralado en un juego inútil, donde quiera que vaya. ¿Me entiendes? Simulo interesarme por lo que no me importa. Por la caridad, por ejemplo. Por eso me atrae el otro lado, aunque no sepa cómo es. ¿Para qué involucrarte si no puedes cumplir? Siempre estoy en ninguna parte... o en todas... hoy... me duele tanto la cabeza...

Lo mismo que la curva del copo de nieve no puede diferenciarse, Ludovico no notaba diferencias entre él y sus réplicas. A simple vista, sus repeticiones podrían parecer extravagantes, pero si aplicamos un poco de matemática abstracta y no euclidiana, nos daremos cuenta de nuestra equivocación. Su catástrofe era la inexistencia de un sistema matemático capaz de representarle sus desgracias, donde el cálculo diferencial fallaba una vez tras otra. Sus dimensiones no eran tres: longitud, anchura y altura; podían ser infinitas y fraccionarias.

-Es como si cada día reventara, como si mi pensamiento fuera mi cuerpo, o viceversa. Estoy en perpetua combustión, a expensas de mi cuerpo, como los ascetas, que de tanta paz se desgastan y se agotan. Sé que me entiendes, porque tú también te encuentras en lo más bajo de ti mismo y ni siquiera tienes la fuerza de recuperar las ilusiones habituales. Estás cansado, como yo. De ser ignorado por todos, he pasado a ser perseguido por todos. Estoy harto, y tú también.

Una percepción deficiente implica experimentar el mundo como un caos, mientras que una extrapercepción puede llevar a experimentar el mundo inadecuadamente, con sentimientos de depresión en el primer caso, y de alucinación o delirio en el segundo. Ambos casos tejían el raciocinio de Ludovico. Toda su vida era un acantilado visual definido por la excesiva cantidad de dopamina que navegaba por su cerebro. El fallo fue que no supo aprender cómo aprender.
-Estoy convencido de que vale la pena matarse; cuanto más pronto, mejor. Ya no creo en mí ni en nadie. Ni siquiera sé por qué te cuento esto... suavemente... necesito paz...

Como un moderno Merlín, Ludovico se sirvió otra taza de café y vació el frasco cuentagotas de haloperidol.

-Así es mejor... mucho mejor... ¿Quién me escribiría la carta? Muchas veces he pensado si no sería yo mismo quien la escribió... el café... mi pócima amarga... con las pastillas hubiera sido más lento, más pesado y, sobre todo, mucho más vulgar... ¿Sabes? ¿Dónde estás? Ya veo al perro venir. Corre entre la negrura... corre para morderme. Corre... se le han caído los colmillos... hoy será diferente, no tengo miedo... me hubiera gustado que me cogieras la mano. Te has ido en el momento más difícil, después de entrar en mi casa cada día sin invitarte; hoy te vas, no te veo, no me veo, no hay perro, ¿quién llora? ¿Quiénes sois? Me quemo... al fondo, el resplandor...

42 comentarios:

Anónimo dijo...

Me tomo un café contigo, Ludovico, aunque puede que no me veas, que ni siquiera sepas que estoy a tu lado.
Demasiado cercano para mi, (¿cuántas veces he intentado en vano imaginar su imaginación, sus otras realidades?)
demasiado lejos de lo que puedo llegar a comprender.
Entrañable.

devezencuando dijo...

En ocasiones escucho susurros, alguien me cuenta historias en un día lluvioso...

Strawberry Roan dijo...

brokemac:
Veo que te has levandado pronto, como me prometiste. Aunque sé que es posible que no veas por el momento este comentario, te respondo.
El otro lado, lo que dices que está tan lejos de comprender, es, como tu has dicho, otra realidad. Los esquizofrénicos viven sus otras realidades como verdaderas. A veces me pregunto si no estaremos viviendo una realidad ficticia, una realidad impuesta por la sociedad. Cierro los ojos y ya no estoy aquí, con vosotros. Me dejo llevar por una melancolía adulterada por una languidez y el deseo de no pensar. Es como estar muerto, ausente. Cada día, al despertar, vuelvo a nacer, lo que no sé si es bueno.
Por cierto, ya sabes que me gustaría mucho tener una banderita de Jordania y otra de Siria... Cuando estés en Petra, piensa en mí.
Hasta muy pronto. Besos

Strawberry Roan dijo...

devezencuando:
Ahora mismo, en Barcelona está lloviendo...
Espero que ese alguien que te cuenta historias sea alguien muy especial para ti. Seguro que sí. ¿Quién, si no, podría susurrarte historias al oído en los días lluviosos si no fuera alguien muy especial?
Un abrazo.

CRISTINA dijo...

Me dan miedo tus escritos. Siempre. Y sin embargo no puedo dejar de leer y leer y leerte.

Saludos.

Efter dijo...

Me alegro mucho de que me hayas reencontrado, perdí la mayor parte de los contactos al tener que borrar el otro blog. Gracias por la visita, te haré una bonita cuadra para no perderte más :)

Me da pena que Ludovico se vaya con la duda de la carta...

Strawberry Roan dijo...

Cosmonauta cristina:
Quizás te da miedo lo que escribo porque eres una persona sensible. No hay nada mejor que ser sensible. Te diré que hay cierta parte autobiográfica en lo que escribo, pero no te asustes, todo está exagerado. Mi vida no es tan extrema (menos mal), es más normal. Siempre espero que lo que escribo sirva para algo, para que después de leerlo, la gente que lo lea se quede pensando; incluso, espero que lo trasladen a su vida personal y les sirva de algo, que puedan sacar provecho. Por otro lado, me encanta que sigas leyéndome. Y me encanta que no puedas dejar de leer. En definitiva, es lo que busco.
Prometo (que palabra tan fea) que en breve publicaré algo más distendido y alegre.
Un beso.

Strawberry Roan dijo...

efter:
Yo también me alegro de volverte a ver por aquí. Fue mi madrina pon quien me dijo cómo podía encontrarte. Tu blog es precioso (quien no lo haya visitado que vaya AHORA MISMO).
Entre tú y yo, te diré que la carta de Ludovico la escribió él mismo, aunque él no lo sepa.
Ya sabes, cuando quieras galopar un rato, aquí estoy.
Un abrazo

un-angel dijo...

Vengo de leer tu comentario, totalmente, como diría, "¡¡¡ufff!!!", atónito por la hermosura...
...y hoy, tu post,pues hoy aun no te lei.
Pero me he quedado escuchando tu musica.
Un rato, yo solo.
Y...
...en fin.
No se que es esto que estoy oyendo justo ahora,pero...
Deberian no recomendarte para la salud, me han dado ganas de llorar.
Un abrazo, no estoy acostumbrado a recibir tanta belleza gratuita.
Feliz todo.

Strawberry Roan dijo...

un-angel:
Me alegra que te haya gustado mi comentario. Vuelve cuando quieras, que aquí es todo gratis.
Un beso

Anónimo dijo...

Me quedo pensando..

Strawberry Roan dijo...

cristina:
piensa, piensa...

Anónimo dijo...

Hey Straw! mira, ya tienes tu banderita jordana.
Lo de pensar en ti, mmmnnn....

Strawberry Roan dijo...

brokemac...
ahora la siria!!!!

Anónimo dijo...

Dejaré el litio por unos días y regresará a tu casa.

Strawberry Roan dijo...

enero20:
No deberías dejar el litio, que ya sabes los bajones que te dan después. El litio no es malo, es bueno; créeme. Toma una dosis doble y vuelve a leer Dopamina.
Cada día pregunto al MRW que hay debajo de mi casa y dicen que no hay nada para mí ¿¿¿???

Javier dijo...

Como siempre un relato fascinante, te haces esperar, pero desde luego vale la pena.

Marga dijo...

Seguimos en la línea del terror surrealista, a mí ya me entra miedito sólo con abrir tu blog...

Pero aquí sigo, espero que para mucho tiempo aunque el pánico se apodere de mí.

En fin que te leo, no te leo.

Abracitos

Anónimo dijo...

Mi Straw, debo dejar el litio unos días para que mi creatividad llegue a su máximo exponente y poder dejar una erudita observación a la altura de tu "Dopamina", tarea que no es nada fácil.
Con el tratamiento soy incapaz, incluso te diré que me cuesta seguir el hilo de Ariadna.
No seas impaciente, todo llegará en su momento, cuando menos lo esperes.

NEKI dijo...

hola straw, muy bueno como es costumbre en cada una de tus historias... no puedo opinar mucho sobre este tema porque mas allá de conocer muchas personas como ludovico, no termino de comprender la totalidad del asunto y tampoco se me dá por preguntar porque este tipo de historias permanecen dentro de cada casa. besos

Strawberry Roan dijo...

pe-jota:
No es que me haga esperar, es que no tengo tiempo para todo lo que quisiera. Me alegra que te fascinen mis relatos. Y me encanta cuando te veo por aquí. Un abrazo.

Strawberry Roan dijo...

marga:
No tengas miedo, sólo tienes que leerme desde otra perspectiva. No importa que sea la equivocada. Cántame una canción desde tu alma, ya verás...
Besos

Strawberry Roan dijo...

enero20:
No me seas modesta. Una mente privilegiada como la tuya da para mucho con litio o sin litio, así que me quedo a la espera bajo el chopo de mi jardín...
Besos,
tu straw

Strawberry Roan dijo...

neki:
Las personas como Ludovico me inspiran mucha ternura, al tiempo que me llama mucho la atención las diferentes sensaciones y pensamientos de cada uno en sus momentos de locura. Quizás sea una enfermedad estigmatizada porque es muy difícil comprenderlos. Es un tema que daría para mucho. Lo que he escrito no es más que un relato sin ánimo de hacer una disección sobre el tema.
Un beso grande

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Bueno, a mí no me da miedo leer tus relatos, aunque me quedo un poco haloperidolado...dopaminado y supermineralizado. Bueno, era por comentar algo a un relato complejo, que creo que hay que leer varias veces y en varios momentos, y en cada momento y cada vez veremos una cosa nueva. En todo caso, vamos a ponerle un bozal al perro, voy a volver a leérlo tranquilamente otra vez de noche, que es un relato umbrío de atardecer también, un mago me irá desvelando algunos profundos secretos y claves, del Golem, y el tiempo compatido.
Besotes.

Strawberry Roan dijo...

Es que eres un chico valiente, por eso no te dan miedo mis relatos. Ya me dirás lo que descubres si vuelves ha leerlo (espero una disección detallada, jeje). No te rompas mucho la cabeza, es más sencillo de lo que parece. Vamos, que no hay que estudiar las leyes de la entropía. Soy menos soberbio, más sencillo.
Besos mil

Caracola Light dijo...

Saco varias conclusiones. Coincido con Ripley en ponerle un bozal al perro. Creo que también habría que poner un bozal a las emociones para que no sobresalgan demasiado mientras se lee el texto, que buena letra . La música es genial.

Strawberry Roan dijo...

soportándome:
Encantado de soportarte. Ven siempre que quieras. Y así me gusta, que saques tus conclusiones.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Un beso mi querido Straw...

Strawberry Roan dijo...

Otro para ti, mi brokemac querida

Justo dijo...

Amigos y enemigos en una misma inteligencia y comprensión brunas.. deseas el mal para los demás, aunque sólo a ratos, en ocasiones cenicientas, en tardes crepusculares y tristes.

((Me gustó mucho la música, la de Satie pero también la que suena antes, ¿de quién es?)).

Este relato hay que saber leerlo, creo que como todos los tuyos -de momento sólo conozco dos, sabes que soy nuevo-, y merece desde luego la pena, quedarse aquí un rato, perderse en él, contigo en perpetua combustión -me encantó la expresión-.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Oiga, me encanta la música que tiene selecionada, esas dos primeras..

Candela dijo...

Uffff ... ahora la que necesita paz soy yo... no se puede estar en un nivel más bajo ...

Me has dejado echa polvo, menos mal que la música llega a contrarrestar esa angustia que desprenden tus palabras.

Besitos amigo del alma (aún estoy temblando).

Strawberry Roan dijo...

justo:
La música que suena antes de la de Satie es Merry Christmas Mr. Lawrence de Ryuichi Sakamoto. Es una de las canciones de la banda sonora de la película con mismo título que realizó Nagisa Oshima en 1983.
Encantado de verte por aquí de nuevo.
Un abrazo

Strawberry Roan dijo...

cristina:
Eso es porque tienes un gusto musical exquisito y tan bueno como el mío, jeje. ¿Y el texto, qué te parece? Por cierto, el de la foto soy yo.

Strawberry Roan dijo...

candela:
No tiembles, mi niña. Con lo alegre que tú eres... Fíjate que yo, al verte por mi casa me he pusto super contento (¡es que vienes muy poco, so pendona!). Anda, hoy que es domingo, sal a pasear un ratito y relájate.
Y ya sabes, amigos del alma forever :)
Muacs

Justo dijo...

Me encantó esa película.. salía Bowie.

Juana Macías Moreno dijo...

Me gusta entrar en las sombras, en lo desconocido, en otros mundos...me gusta lo que escribes porque tiene algo que se parece a mí.

Besos.

enero20 dijo...

"Se dejaba arrullar por las voces mas cautivadoras,
la locura es tan cuerda aunque nadie lo quiera pensar,
y saber que la parte correcta la muestra el espejo
y querer comprobar que demonios se esconde detrás"

Estas palabras no son mías pero me he apropiado de ellas para que no sigas esperándome debajo del chopo de tu jardin.
El otoño ya llegó y las hojas no dejan de caer y encima me ha tocado la canción esa del final que me pone de los nervios.

Strawberry Roan dijo...

justo:
Sí, salía Bowie y también Ryuichi Sakamoto, el que hizo la banda sonora.
A mí también me gustó la película, aunque debería verla de nuevo para ver si ha soportado el paso del tiempo.

Strawberry Roan dijo...

lunaazul:
Entra cuando quieras, pero sal de vez en cuando a la luz...
Besos

Strawberry Roan dijo...

enero20:
Yo siempre seguiré esperándote. Lo sabes...
El otoño te afecta, ¿no?

Te adoro