EL MONSTRUO


Prestadme vuestros oídos para que pueda contarles esta historia. Es la historia de Elías, una historia de palabras escritas en la ventana... Deben saber que Elías ve lucecitas en la soledad de sus ojos cerrados. A veces, Elías canta canciones que recuerda de la infancia con la boca entreabierta. Elías se muerde con frecuencia el labio inferior. Elías suele presionar las yemas de los dedos de una mano contra la otra. En los días en los que hace mucho frío y los cristales quedan empañados, a Elías le gusta leer lo que hay escrito en ellos... Elías también lee los posos del café. Las historias terroríficas o las de locos son las que más le gustan... ¿Hay algo más pavoroso que estar loco?
No hay momento más adecuado para contar una historia que ahora que estoy sentada junto a la ventana, bajo la enfermiza luz del atardecer que toda historia necesita. A través de la ventana observo los retorcidos sauces recortados en el cielo cuajado de tempranas estrellas, y ¿saben? tengo la sensación de no darme cuenta de alguna cosa, como si alguien hubiera suprimido algo vital, quizás espantoso, del desenlace de lo que aquí sigue... No logro entender el qué. Ahora, en el momento en que poso el dedo sobre el cristal empañado de la ventana y escribo una palabra, es cuando comienza la historia que quiero contarles y que no sé cómo acabará.

DIARIO DE ELISA
20 de enero de 2008

Estoy preocupada por Elías. Lleva días leyendo cosas en el cristal de la ventana. Cosas que yo no veo escritas. Cosas que no me quiere contar. Palabras que no veo y que me dan miedo. ¿Qué es lo que ve? Hoy lo he encontrado de pie frente a la ventana del salón, inmóvil, pálido, presionándose las yemas de los dedos. No se ha dado cuenta de que yo lo observaba escondida tras el marco de la puerta. Verlo en la ventana contra el cielo violeta me ha producido desasosiego. Ha estado así durante horas, hasta que ha venido su amigo con unos papeles en la mano, que dijo que se había encontrado en uno de los cajones de su escritorio... Cuando le he abierto la puerta, lo he recibido con la mejor de mis sonrisas. No quería que viera que estaba preocupada. Lo acompañé hasta Elías, que ya no estaba frente a la ventana observando los cristales, sino sentado en una de las sillas del salón, con los ojos cerrados, tarareando una canción infantil que yo nunca había oído. Les dije que iba a la cocina a preparar café, pero me quedé tras la puerta, escuchándolos... Le preguntó a su amigo si veía lucecitas cuando cerraba los ojos. Le contestó que todo el mundo ve lucecitas cuando cierra los ojos y que venía a contarle lo que le había pasado aquella mañana. No todo el mundo ve lucecitas, le replicó Elías, y seguidamente se interesó por lo que quería contarle su amigo... Espero que no seas tan tonto de creer que lo que te voy a contar es sobre mí, le dijo. En cierto modo, Elías, es una suerte que la historia que te voy a contar se refiera en gran parte a las sombras indecisas, a las dudosas insinuaciones y a las deducciones discutibles de alguien que, por suerte, no soy yo. O sea, que la historia no es mía. Por eso, ¿sabes, Elías? le dijo, tengo la total libertad para contártela... Esta mañana, al revolver los cajones donde guardo mis tesoros más preciados, ahí estaban, bajo las decenas de cartas que siempre dejo olvidadas, unas hojas escritas con letra desconocida y buen pulso, aunque, sin duda, infantil en sus formas, sospechosamente precisa, pero sobre todo era infantil por los puntitos redondeados sobre las íes. Ahí estaban las hojas convirtiéndose en pergamino; créeme, Elías, no te miento, le dijo su amigo. Te aseguro que deben de haber estado años en el cajón de mi escritorio, sin yo saberlo. Yo no sé cómo no he podido darme cuenta antes... Como te digo, Elías, siguió su amigo, esta mañana, cuando tomaba el café, he pensado en ti. Siempre pienso en ti cuando tomo el café, le dijo. Me hace gracia cuando lees los posos y me dices que ese mismo día, no sabes la hora exacta, encontraré al amor que he estado esperando toda mi vida o que debería apostar a un número porque la suerte está conmigo. No deja de sorprenderme, le dijo, que a veces aciertas y un escalofrío corre por toda mi espalda. Pues bien, esta mañana, continuó contándole, después de tomar el café y de pensar en ti, he encontrado unos papeles amarillentos en el cajón de mi escritorio. Y le contó lo que decían...

DIARIO DE ELÍAS
21 de enero de 2008

Desde siempre, yo diría que desde muy pequeño, me he sentido subyugado por la secreta fascinación de lo desconocido y lo insólito; los temores innombrables que me han obsesionado durante años siempre han tenido un poderoso e inexplicable atractivo para mí, como lo que ayer me contó mi amigo sobre lo que leyó en unas hojas encontradas en el cajón de su escritorio...
Espero que no seas tan tonto de creer que lo que te voy a contar es sobre mí, me dijo. En cierto modo, amigo mío, es una suerte que la historia que te voy a contar se refiera en gran parte a las sombras indecisas, a las dudosas insinuaciones y a las deducciones discutibles de alguien, que por suerte, no soy yo. O sea, que la historia no es mía. Por eso, ¿sabes? tengo la total libertad para contártela... Esta mañana, siguió mi amigo, al revolver los cajones donde guardo mis tesoros más preciados, ahí estaban, bajo las decenas de cartas que siempre dejo olvidadas, unas hojas escritas con letra desconocida y buen pulso; aunque, sin duda, es una letra infantil en sus formas, sospechosamente precisa, pero, sobre todo, es una letra infantil por los puntitos redondeados sobre las íes. Ahí estaban las hojas, Elías, convirtiéndose en pergamino; créeme, no te miento. Te aseguro que deben de haber estado años en el cajón de mi escritorio sin yo saberlo. Yo no sé cómo no he podido darme cuenta antes... Como te digo, Elías, esta mañana, cuando tomaba el café, he pensado en ti. Siempre pienso en ti cuando tomo el café. Me hace gracia cuando lees los posos y me dices que ese mismo día, no sabes la hora exacta, encontraré al amor que he estado esperando toda mi vida o que debería apostar a un número porque la suerte está conmigo. No deja de sorprenderme, Elías, que a veces aciertas y un escalofrío corre por toda mi espalda. Pues bien, esta mañana, continuó mi amigo, después de tomar el café y de pensar en ti, he encontrado unos papeles amarillentos en el cajón de mi escritorio, siguió hablando mi amigo, pero eso es otra historia... Otra historia que no quiero contar.
Las letras en el cristal, precisas, malignas e infantiles... No sé cómo he podido matar a mi querida Elisa.

DIARIO DEL AMIGO
21 de enero de 2008

Ayer le conté a mi amigo Elías lo que encontré de manera inesperada en uno de los cajones de mi escritorio. Fui a su casa. Elisa me abrió la puerta y me recibió, como es costumbre, con su sonrisa más arrebatadora. Me hizo pasar al salón y volvió sobre sus pasos hacia la cocina preguntándome si quería café sin esperar respuesta. Mi amigo Elías estaba sentado en una de las sillas que rodeaban la mesa donde siempre tomamos café y donde invariablemente me lee el porvenir con más buena intención que acierto. Estaba con los ojos cerrados tarareando One litle indian con los labios cerrados. Al cabo de unos segundos, notó mi presencia y dejó de cantar. Igual que un niño pillado en falta, se mordió el labio inferior y me preguntó si yo veía lucecitas cuando cerraba los ojos. Yo le dije que todo el mundo ve lucecitas cuando cierra los ojos y que venía a contarle lo que me había pasado aquella mañana. Todo el mundo no, me dijo presionando las yemas de los dedos de una mano contra las de la otra, y ¿qué es lo que me tenías que contar? me preguntó, eso sí, muy interesado. Me senté frente él... Espero que no seas tan tonto de creer que lo que te voy a contar es sobre mí, le dije. En cierto modo, Elías, es una suerte que la historia que te voy a contar se refiera en gran parte a las sombras indecisas, a las dudosas insinuaciones y a las deducciones discutibles de alguien, que por suerte, no soy yo. O sea, que la historia no es mía. Por eso, ¿sabes, Elías? le dije, tengo la total libertad para contártela... Esta mañana, al revolver los cajones donde guardo mis tesoros más preciados, ahí estaban, bajo las decenas de cartas que siempre dejo olvidadas, unas hojas escritas con letra desconocida y buen pulso, aunque, sin duda, infantil en sus formas, sospechosamente precisa, pero sobre todo era infantil por los puntitos redondeados sobre las íes. Ahí estaban las hojas convirtiéndose en pergamino; créeme, Elías, no te miento. Te aseguro que deben de haber estado años en el cajón de mi escritorio, sin yo saberlo. Yo no sé cómo no he podido darme cuenta antes... Como te digo, Elías, esta mañana, cuando tomaba el café, he pensado en ti. Siempre pienso en ti cuando tomo el café. Me hace gracia cuando lees los posos y me dices que ese mismo día, no sabes la hora exacta, encontraré al amor que he estado esperando toda mi vida o que debería apostar a un número porque la suerte está conmigo. No deja de sorprenderme, Elías, que a veces aciertas y un escalofrío corre por toda mi espalda. Pues bien, esta mañana, Elías, después de tomar el café y de pensar en ti, he encontrado unos papeles amarillentos en el cajón de mi escritorio. Y le conté lo que decían...

DIARIO DEL MONSTRUO
13 de abril de 1921

Por un rato todavía me parece irrisorio que el monstruo me haya estado esperando para empezar una vez más a vivir, que me haya estado esperando a mí que soy la única que lo detesta y lo teme...
Digo y escribo Babilonia por el simple hecho de que me gusta la palabra. Babilonia. Babi-lonia. Ba-bi-lo-ni-a. Ba-biloni-a. Hay pocas palabras tan bonitas. Hoy el monstruo está durmiendo, lejos de mí...
¿Qué culpa tengo yo de que me guste robar monedas de mi casa para tirarlas cuando salgo a pasear y volver sobre mis pasos para encontrármelas diseminadas en el suelo y recogerlas con entusiasmado disimulo...?
La física creativa es el movimiento de un borracho cuando pierde la estabilidad o el eco que almacena sus propias réplicas con arreglo a otra acústica de conciencias y esperanzas...
En casa nadie me habla, nadie me dice nada, pero lo más extraño es que yo ni siquiera me haya dado cuenta. El monstruo está rondando...
Llevo una semana en cama, fingiendo una gripe. He conseguido que el monstruo se ocupe todo el tiempo de mí...
El impulso de posesión me abandona. Creo que ha llegado el momento de dar. Seré un monstruo dadivoso...
Cuando la caja de pastitas de té queda vacía, en ella guardo botones. Los botones no pueden estar desperdigados por ahí, porque después los buscas y no los encuentras. Hoy mismo tenía que coser un botón, pero no he encontrado la cajita en la que los guardo; en cambio, he encontrado unas hojas amarillentas en el cajón de mi escritorio, que ni siquiera sabía que yo misma había escrito. El monstruo debe de estar rondando. Siempre se encuentran cosas que se creen perdidas. Las he vuelto a guardar en el mismo sitio. Es posible que con el paso de los años alguien las encuentre y las lea. A veces pienso si no seré yo el monstruo. No sé. ¿Soy yo el monstruo? Préstenme los oídos para que pueda contarles una historia que ni siquiera sé cómo acabará. La historia comienza, escúchenme, en el momento en que escribo sobre los cristales de la ventana, empañados por el frío y la lluvia, la palabra mátala.

38 comentarios:

Anónimo dijo...

Elías, sus palabras, sus lucecitas y su soledad,
y el frío, y la lluvia...
y el encuentro con cosas que se creían perdidas.
Y un muerto más...
entre tantos de los que se equivocan intentando en vano comprender.
¿Un 20 de enero? ;)

Strawberry Roan dijo...

Sí, un 20 de enero... Pero no seas susceptible. Estamos en un mundo lleno de casualidades (al igual que las letras de Elías y Elisa son las mismas). Realmente, si hay una fecha importante en esta historia es el 13 de abril...

Marga dijo...

Ahora monstruo!!!

Necesito tiempo para leerlo, prometo hacerlo ¿ok?

Besitos

pon dijo...

Qué bien entretejida esta trenza. Y qué bien rematada, vuelta y vuelta.

Strawberry Roan dijo...

marga, ya sabes que lo prometido es deuda. Espero impaciente tu disección y ensayo de la historia, jeje
Un besico

Strawberry Roan dijo...

pon, más que una trenza, es una cola (de caballo), bien sujeta con su goma, eso sí... ¿Tú me leerías los posos de té?

pon dijo...

Por supuesto, espero leértelos bien prontito.

Y por cierto, me despiertan mucha ternura estos dos en uno o uno en dos, Elisa y Elías y viceversa.

Javier dijo...

Logras que un ligero escalofrío acabe recorriéndole a uno, entretejes historias de extrañas casualidades con difíciles consecuencias, aunque siempre enfocadas desde una escalofriante e inquietante naturalidad.

devezencuando dijo...

O sea que...¿El mensaje ha quedado grabado en los cristales y sólo Elías ha sido capaz de desifrarlo?...

Supongo que sólo es visible cuando llueve...

Anónimo dijo...

....
Se me ocurre Straw que serías un excelente escritor de cortometrajes.

No sabes la inquietud que me producen algunos de tus escritos, no obstante leeré una segunda vez éste.
La leche..

Justo dijo...

Tu caballito trotante es el avatar que más me gusta de los que veo en los blogs amigos. Y tu comentario sobre la película de Tornatore en el blog de Ripley me trajo por fin hasta aquí.

Me ha gustado mucho el texto, no sólo por su estructura, sobre todo por el aroma, lo que lo envuelve y no queda -necesariamente- dicho. Me ha recordado a las grandes historias de vampiros que me regaló mi abuela en la infancia -que por cierto, vaya un regalo para un niño, aunque siempre se lo he agradecido-, un libro encuadernado en rojo, que contenía relatos de Feval, Polidori, Le Fanu y su Carmilla.

Es un texto, además, para leer más de una vez. Mañana volveré.

Anónimo dijo...

Qué difícil es llegar a Lima!!!

Y dejó escrito "sobre los cristales de la ventana empañados por el frío y la lluvía": Te prometo que lo vuelvo a intentar.

Marga dijo...

No esperes grandes disecciones, además sabes perfectamente que esto no es lo mío.

Sólo te diré que todavía tengo la piel de gallina o la gallina de piel???

Le sigo dando vueltas a la historia, Elias, Elisa, el monstruo... ¿quién es quién? o sólo son uno...

Besitos

Strawberry Roan dijo...

pe-jota: es que la vida es muy extraña y está llena de casualidades, al menos para mí... Gracias por leerme.

Strawberry Roan dijo...

devezencuando: sí, sólo Elías puede leer los mensajes del monstruo escritos desde hace no se sabe cuándo. Tiene ese don, qué le vamos a hacer... Y no sólo cuando llueve, también cuando hace frío. Me encanta verte por aquí.

Strawberry Roan dijo...

cristina: ¿guionista de cortometrajes? Hummm, lo pensaré. Si se llegan a realizar, propondré que tú seas una de las protagonistas (acabarás asesinada o loca, que lo sepas).
Si volvieras a leerlo, me gustaría saber si te provoca lo mismo que la primera vez. Un beso (ay, que pronto te voy a ver!!!)

Strawberry Roan dijo...

justo: me encanta verte por aquí, y me alegra también que haya sido a través del blog de Ripley el camino que has seguido hasta llegar al mío. Vuelve cuantas veces quieras; yo, encantado. Te diré que a mí también me gustan las historias de vampiros, tanto las clásicas como todas sus variantes y extrañas ramificaciones.
Un abrazo

Strawberry Roan dijo...

enero20: vuelve a intentarlo. Tú puedes.
No vuelvas a tardar tanto en entrar en mi blog. Ya sabes que sin ti no es lo mismo. Tu Straw se ha llevado un alegrón al verte por aquí, que lo sepas.
Queda tan poco para vernos!!!
Un beso

Strawberry Roan dijo...

marga:
Elías es Elías
Elisa es Elisa
El monstruo es el monstruo
¿Ya?
Si no te queda claro, dímelo, que yo te lo explico.
un beso muy muy grande

Marga dijo...

Aixxx que una es cortita, tú ya lo sabes porras!!!

Como prontito va a ser que no nos vemos, un besote virtual enorme.

Muuuuuaaaaaccccsssss

pon dijo...

Abro tu casa, y suena una música que me lleva tan lejos en el tiempo y el espacio, veo bosques y montañas, un cielo azul con nubes, las laderas verdes llenas de ovejas, veo caballos y perros, el aire se vuelve puro, el rio brilla......luego se apaga y de nuevo estoy en tu casa. Pero ya me llena la sensación tan familiar de estar en el sitio especial, acogedor, hermoso; invariablemente miro por la ventana como si pudiera ir de un salto hasta allí. Pero no tengo que saltar, solo tengo que abrir la puerta de tu casa para volver a La Montaña.

Strawberry Roan dijo...

pon: es una puerta que nunca se cerrará. No porque yo no quiera que se cierre (a veces deseo dar un portazo, pero es imposible). Ya sabes que cuando las cosas no tienen remedio, hay que aguantarse, ¿no? Y yo encantado de que entres en mi casa y de saber que muy pronto voy a verte, de tenerte cerca.
No olvides que esta casa existe en gran medida gracias a ti... Por lo tanto es también tuya, mi madrinita bloguera. No necesitas llaves para entrar. Ponme un té, anda.

Anónimo dijo...

Lo he releído "tranquilamente", mordiéndome el labio inferior y me causa tanta o más inquietud que la vez primera. Las sensaciones que me causan tus escritos son Ciertas. La lectura es penetrante, no es que te atraiga o se apodere de tí es que entra en ti.
¿Yo actriz?
Te veo ya roanés.

pon dijo...

Ya mismo.

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Desasosegante y misterioso relato, muy en tu línea, por fín he encontrado un ratito para léerlo entero...Tienen todos un algo común de terror gótico, de cortar un poco el aliento, de inquietantes...bajo una aparente calma y cuatro fragmentos de diarios, algo esotéricos, magmáticos.
Esas palabras en los cristales...uhmm....
No he parado hasta que lo terminé.
Besotes.

Strawberry Roan dijo...

marga: ¿Cortita tú? Anda, anda.
Aunque no nos veamos ya sabes que pensaremos mucho en ti. En la próxima no te queda más remedio que estar...
¿Sientes el abrazo que te mando?

Strawberry Roan dijo...

cristina: es que eres demasiado sensible. A mí me parece de lo más normal las cosas y situaciones que escribo.
Sí, tú actriz. Si Penélope Cruz puede, tú también.
Joder, en menos de 24 horas te voy a dar un abrazo quepaqué.

Unknown dijo...

Wow!...estoy impresionada y aún con los ojos abiertos como si hubiese estado mirando todo.

Atrapada como mosca, así me quedé!

Un abrazo muy fuerte, Straw!

Strawberry Roan dijo...

Pon: sí, ya mismo, pero que sea té de té, ¿eh?

Strawberry Roan dijo...

Ripley: qué le voy a hacer, soy así de raro. ¿De verdad crees que todo lo que escribo está en la misma línea? Te propongo que leas De aquí a Lima o El dedo en la sien, y ya verás que no tienen nada que ver. Aunque no voy a negar que tengo cierta tendencia (o debilidad, no lo sé) por historias de este tipo. Sólo espero que ojalá lo pases igual de bien al leerme como cuando yo entro en tu blog (sí, me lo paso bomba). Lo malo es que no dispongo de mucho tiempo libre como para pasarme todo lo que quisiera por los blogs que me gustan ni de atender el mío como quisiera. Por cierto, ¿tú cómo lo haces? ¡DÍMELO YA!
Un abrazo

Strawberry Roan dijo...

alas: que gusto verte de nuevo por aquí. Yo también te mando un abrazo muy fuerte (para atraparte y no puedas irte nunca más). Me alegro que te haya no sé si gustado, pero sí atrapado, lo que he escrito.
Un beso

NEKI dijo...

buenas... despues de leer y despues de unos dias de pensarlo... digo: las casualidades existen! por un momento me personifique en elias, aunque yo no tengo que matar a nadie jaja! tengo esa mala e insana costumbre de apretar mis dedos, hacer preguntas como las de las lucecitas y miro la borra del cafe cada vez que termino, con la esperanza de ver algo nuevo. aunque teniendo en cuenta la fecha, me parece que haz personificado parte de una historia "juvenil", revivir un episodio que quedo en un cajon escondido... y se creo justamente un 13 de abril. un beso buen fin de semana

Marga dijo...

Un abrazo de buena mañana y además viniendo de tí, sienta de maravilla, gracias!!!

Disfrutar y a la vuelta nos vemos.

Besitos

un-angel dijo...

Hasta hoy no había llegado a tu casa, y he quedado impresionado. Será dificil no volver.
Un abrazo.

El César del Coctel dijo...

Mi amigo Straw, paso galopando rápidamente por tus rutas y me sorprendo con esta infinidad de comentarios... cosa buena.

He dejado un pequeño mensaje para tí en mi blog. Por favor léelo.

Hasta pronto
Abrazos

Arquitecturibe dijo...

Has quedado en una foto, por las lejanias de mi galaxia... para que la mires y dejes un saludito, amable señor de los caballos!

JfT dijo...

Vaya relato, Señor Straw!
Como a Marga, a mí también me costó enhebrar los hilos de esta historia... Y sí que serías excelente en cortometrajes o en videoclips, amigo!
Sigo leyéndote pero ya te dejo un abrazo y mis sinceras felicitaciones,

JfT

Strawberry Roan dijo...

Antes que nada, pediros perdón por no haber dado señales de vida durante dos semanas, pero la verdad es que no he tenido tiempo para cuidar mi blog ni para entrar en los vuestros. Pero me voy a poner al día, lo prometo.

neki:
A pesar de que Elías es un personaje de ficción y no pensaba en nadie en concreto cuando escribía, me alegra saber que te has sentido identificada con él. Como bien sabes, la realidad supera a la ficción. De todas maneras me alegra también que no hayas tenido que matar a nadie (aunque seguro que lo has pensado alguna vez, jeje). Y sí, el 13 de abril es muy importante para mí. Hay siempre algo de autobiográfico en todos los relatos que escribo. Dices que te parece que he personificado una historia juvenil y no vas desencaminada. Todavía tengo que librarme de algunos recuerdos (el cajón escondido soy yo, mi mente). De vez en cuando intento liberar un poco de aquello que sigue perturbándome. Aunque no siempre lo logro, sigo intentándolo. Un beso grande.

marga:
no estamos solos, tú lo sabes. Por eso, al verte el sábado pasado en Madrid, intenté transfigurarme en un móvil de Calder para revolotear tranquilamente alrededor tuyo y poder calmar la alegría y la emoción ante semejante sorpresa.

un-angel:
Vuelve siempre que quieras. La puerta siempre está entornada, sólo tienes que empujar y servirte lo que quieras. Un abrazo.

el césar del coctel:
entré en tu coctelera hace unos días para ver el mensaje que me dejaste. En un momento vuelvo a entrar para comentarte. Besos.

dark angel:
salgo guapísimo en la "foto" (tal como soy). Ahora entro y te comento. Un beso, ángel oscuro...

jft:
Viniendo de ti, no sabes lo que me alegra que te haya gustado lo que escribo. Yo también sigo leyéndote, aunque lo malo de leerte es el suspense que creas en nosotros con los malditos continuará... Un abrazo.