-Jan
llamando a Poc, Jan llamando a Poc... ¡Nada, no responden! ¿Qué vamos a hacer,
Van?
-Estamos en una situación delicada, y no
hay tiempo que perder. ¿Sabes lo que significa la falta de carburante en este
rincón de la galaxia? ¡Es el fin!
-Todavía tenemos una posibilidad, Van.
-¿Cuál?
-Llegar a la piedra gigante interestelar
que tenemos frente a nosotros.
-¡Claro,
podemos coger la energía que nos falta de sus minas!
-¡Exacto!
-Pero, ¿cómo podemos llegar hasta ella? Los
trajes espaciales están rotos, después de la colisión que tuvimos en Arrakis, y
no podemos salir al espacio exterior sin ellos.
-Queda una posibilidad.
-¿Cuál?
-Podemos subir hasta la rampa del nivel Atoris y deslizarnos hasta la
piedra interestelar.
-¡Es muy peligroso! ¿Qué haremos con las
perturbaciones eléctricas?
-Ya sé que es peligroso, pero no tenemos
otra salida.
-Es verdad, o eso, o nuestro fin. No hay
otra solución.
-Tenemos que ir. ¡Podemos hacerlo!
-¡Vamos!
-Espera, iré yo primero.
-No. Déjame pasar a mí primero. Las barras
autoelectromagnéticas podrían alcanzarte, y ya sabes que a mí no me hacen nada.
Soy inmune después de la descarga que tuve en Atoris.
-Vale, pero ten cuidado, no me gustaría
perder a un amigo.
-No te preocupes, si pasase algo,
moriríamos juntos.
-Van...
-¿Qué, Jan?
-Ten cuidado.
-No te preocupes. Iré desconectando las
barras autoelectromagnéticas a medida que vaya subiendo. Tú sólo tienes que
seguirme.
-¿Y que haremos con las perturbaciones
eléctricas?
-Eso es cuestión de suerte, Jan. Tenemos
que ser valientes. No hay otra salida.
-Sí, tienes razón. Venga, subamos ya, no
tenemos mucho tiempo.
Iván y su amigo Juan subían por los tubos
de hierro a modo de peldaños del tobogán del parque infantil de Balaguer.
Mientras subían movían sus cuerpos a un lado y a otro, como si los balanceara
un terrible viento y movían los brazos para apartar obstáculos invisibles...
-Ya queda poco, ánimo Jan. ¡Lo vamos a
conseguir!
-Estoy sin fuerzas, ¡ayúdame!
Iván cogió a su amigo de la mano y estiró
con fuerza hacia arriba.
-¡Lo hemos conseguido! Ahora solo tenemos
que deslizarnos por la rampa con cuidado, para llegar a la piedra gigante
interestelar. ¡Vamos, Jan!
-¡Cuidado!
Siete... seis... cinco... cuatro... tres... dos... uno... ¡cero!
A resultas de una catástrofe espacial,
Iván cayó en la superficie de un extraño planeta, liso y aparentemente estéril,
como una gran bola de billar. No obstante, descubrió una asamblea increíble,
como un muestrario de todas las razas pensantes de la galaxia, congregada en
torno a una misteriosa pirámide de talla colosal, inmovilizada allí, acaso
desde milenios, en un aparente estado de inmortalidad... Pero Iván, siempre
curioso, descubre que, en realidad, la pirámide es una especie de nave espacial
dotada de conciencia, que había estado esperándolo para transportarlo, junto
con las otras razas, hacia un destino fabuloso: el mítico planeta paradisíaco
Edena. No se lo dijo nadie, pero estaba seguro de ello, lo sabía. De vez en
cuando, le parecía ver a su madre y a su amigo Juan, pero rápidamente
desaparecían entre la multitud que había dentro de la pirámide transbordadora,
que ya había iniciado el despegue, rumbo a Edena. Estaba cansado y le dolía la
cabeza, así que decidió dormir un poco, reclinado en unos de los sillones
galácticos a la espera de nuevos acontecimientos... Lo despertó una fuerte
sacudida debida a los fuertes vientos solares que seguro circulaban en aquel
momento por el espacio interestelar y le pareció volver a ver a su madre, que
aparecía y desaparecía sin que él pudiera hacer nada. De pronto, el sonido de
una sirena ensordecedora traspasó sus oídos y volvió a ver a su madre por unos
segundos. Sería la última vez que la viera. Por los altavoces de la nave
piramidal anunciaban una fiesta multirracial en el salón K-19 que invitaba a
todos los pasajeros a acudir y a divertirse antes de llegar a su destino. En el
salón todo el mundo hablaba animadamente, entre risas y gritos:
-Que sí, que sí...
-Acepto el trut y las explicaciones, ¿o qué
te crees?
-...nada más aterrizar en aquel asteroide,
los ordenadores se volvieron locos.
-No hay explicación. Es un misterio que
nadie sabe cómo afrontar.
-¿Nosotros somos los más antiguos?
-...con los convertidores de materia, nunca
se sabe.
-Y después llegó la impulsión.
-Es el trut más bueno que he comido en mi
vida.
-¡Atan, amigo mío! ¡Tú por aquí!
-...exactamente, un proceso telepático
irresistible...
-Yo creo que la pirámide no tiene
tripulación.
-Acabo de llegar.
-Con o sin ella, no hay nada que hacer.
-Pásame un poco más de trut.
-¡Uy, qué moderno!
-...claro, claro, ¿de dónde crees tú que
sacan la filusprita?
-...se me enredó el tentáculo en la...
-¡Yo sí que lo sé, yo sí que lo sé!
-...no, ahí no. Tócame aquí, ¿lo ves?
De pronto, una voz pregrabada informó de
que estaban a punto de aterrizar en el planeta Edena y de que, por favor,
hicieran colas uniformes en cada una de las cuatro puertas de salida. Iván
corrió hacia una de ellas...
CONSANGUÍNEO: GLADYS-35
¿Por qué?
2 comentarios:
ohhhhhhhhh Iván...
Ahora que sé por qué, aún admiro más tu historia.
Gracias por contarla así.
Por eso, por eso...
;)
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