SENSO / 6

Una semana después estalló la Gran Guerra y a Elea se le acentuaron aún más las crisis. Muchas noches salía descalza y gritaba que quería volar, que los pies le quemaban. Obsesionada con pisar el suelo lo menos posible, sus saltos hacia el cielo eran cada vez más grandes. Como el Wendigo americano Elea se elevaba siniestramente en el aire con sus pies de fuego bajo la noche iluminada por las explosiones de los misiles scout. A cada detonación su cuerpo se evidenciaba en el aire, como una bailarina iluminada en estampida con los pies encendidos.

SENSO / 5

Aquel día Elea caminaba levantando los pies más de lo normal.  Iba cogida de mi brazo y el peso de mi cuerpo la retenía en tierra firme, como un áncora.

SENSO / 4

Después de que nuestro pequeño abriera la felicitación de cumpleaños equivocadamente y aspirara los polvos de carbunco, nuestras vidas empezaron a torcerse sin remedio.

SENSO / 3

-¿No te parece extraño? 
-¿El qué?
-Esos movimientos que hacen con las manos.
-¿Qué movimientos?
-Como si hiciesen madejas en el aire.
-Pero no las hacen.
-Pero hacen el movimiento.

SENSO / 2

Mi corazón sintió la pequeña posibilidad de arreglar nuestras vidas. Quisiera pensar que hubiera sido posible de no ser porque fuimos a parar al sitio equivocado.

SENSO / 1

Después de varias semanas viajando por diferentes pueblos decidimos quedarnos en aquél, una pequeña y aislada aldea perdida en el centro de las montañas del país y de la que nunca habíamos oído hablar. Apenas tenía un centenar de habitantes. Tres o cuatro niños y muchos viejitos que pasaban la mayor parte del tiempo tomando el sol sentados en las puertas de sus casas o en los bancos deteriorados de la plaza mayor.