Y NO SÉ CÓMO, CON LAS MISMAS LETRAS, HE LLEGADO HASTA UN DINOSAURIO

Unió radios
un Dios ario.
Ardió su ión
i sonó ruda, i
su diario, no.
I rió su nado.
Un ado sirio
odió su Irán.
Un Darío sí, o
un osario, di.
Iros, o un día
Irisado... Uno
unió áridos
i así no duró
i dio anuros,
i ando su río
un día roso, i
su noria dio.
Dinos ario, u
odiosa Nuri
si ardió uno,
osado i ruin,
o ni duros ai.
Unios i dar, o
unios a Dior.
Ni adoro su
oro, si un día 
Rusia no dio
rudos, i no ai
ruidos, no ai...
Su onda irió
oí. Un Dios Ra
i Orión da su
ruinoso día.
Usó, rindió a
uno. Dio risa
o no, diría su
Dios a un río.
Ir sonado, ¡ui!,
i no ir a dúos,
os diría uno,
si dio un aro,
¿diría, o no, su
ironía? ¿Sudó,
i oí un sardo?
¿I su oronda i?
Di: ¿usó orina?
¿Urdió Sonia
su día? ¿Orinó
a dúo, sin oír?
Un do sí oirá.
I orinado su
asiduo orín,
Nuria os dio
su ira. No dio,
ida, ni su oro,
i aún dos roí.
Un río a sido,
o uní sorda i 
os di un ario,
o un Darío. Si
ruinosa dio
una: Ra, sí dio.
I si dura o no,
irá un dos oi.
I así no duró
un osado ir i
di: ¿orinó a su
oído? ¿Unirás
o irás unido?
No ir a dúo, si
duran oí, o si
Rosa unió. Di
si ruano dio,
o no dirías U.
Di uno, o irás
raudo i, sino
di: iros a uno,
o ni duráis, o
ni rosado uí,
o anidó su ir,
o un Dios irá,
o ruin día os
dio. I un raso
orín dio: U.S.A.
 Uí os dirán, o
un sodio ría.
I así rodó un
dinosaurio.

NO ES MI PLANTA DE NARANJA LIMA

Eso me pasa por estar chupa y chupa leche de tigre… ni siquiera me muero por ella y me paso de vueltas, conchasumadre. En pleno Miraflores sacándome la mierda. El estómago me arde. Ahorita en la oficina me preparo un mate de coca a ver si me recompone el cuerpo, que parezco  un pendejo buitreando por el falso Paquisha y durazo no estoy, pues, que ni una mora jamás he comprado, coquero no soy ¿ya?  Sí, un mate de coca es lo que necesito; un mate de coca, cola, la cola coca, cacolaco, lacocaco, chuchasumay… Una Incacola, eso es lo que me provoca… Una Incacola bien fría… Bien fría, que caliente me llega al pincho… Cholo cojudo. Lima cada vez está más  acholada… Caracho con la Incacola, está caliente. Huevón de cholo, me metió el dedo, jijunagranputa. Tengo la barriga descompuesta, carajo con la Incacola caliente. Ya pues, vuelvo y le pateo el poto al huaco pezuñento… Es tarde, mañana   le digo. Mierda, la barriga me duele horrores… ¿Dónde carajo he dejado el carro? Putamadre, la barriga. Juraría que era en esta cuadra. Sí pues, ahí está. ¿Qué chucha hace ése? Ahora me dirá que estaba chequeando mi carro. Estos serranos que bajan a Lima, que se quitan la chompa de alpaca y se ponen una gorra, ya se creen guachimanes profesionales. Le digo que no tengo plata y ya.  Ni cagando le doy un solo sol al huevo frito ése, ya me enseñó mi viejo: a los cholos, ni los buenos días, que toditos son orgullosos y pronto te friegan la pita; que se vuelvan a la sierra a sembrar papas que es para lo único que sirven. Para eso y para cachar, que se reproducen como cuyes y Lima ya está superpoblada como para que vengan aquí y por las puras nos den la vuelta. Hola, hola, hola camarón con cola.  Gracias, O.K., chau.  Chau pantalón parchao. Seguro que el cholo está pensando que soy un blanquiñoso huevón y pituco miraflorino chuchasumay. ¡Pasumachu, qué chinche de cholos! Machucados como pienso de llamas debieran estar. Me salió bestial, ni un solo Sol me ha rascado el huaco coimero, con la boca abierta se quedó, con ese agujero que tienen por boca los cholos. Qué cague de risa cuando lo cuente en la oficina… Chinos se van a poner. ¡Qué vaina, el estómago me arde todavía! Con la de chifas ricos que hay por todas partes y voy a comer comida criolla, que está buenaza, pero hay que tener estómago fuerte para resistirla. Mañana vuelvo y le meto los frejoles, los cebiches, los pallares, la papa a la huancaína, el mondonguito y la carapulcra por el poto al indio cojudo. Ya estoy. ¿Dónde estaciono mi carro? Carajo de tráfico, Lima cada día está peor, mañana sábado me voy a la chacra a descansar de tanto cholerío. ¿Dónde estaciono? Ahí… no puedo, allá… tampoco. Me llevo una cholita a la chacra para cachar rico todo el fin de semana. Ya pues, le digo al chibolito ése que me chequee el carro por tres horas y ya. Ya chibolo, le digo, cuidadito con el carro, pues, que si le pasa algo te desgranputeo. O.K., le digo y ya, que si no llego tarde. No, allá puedo estacionar, que le den al indiecito, eso que me ahorro. Mi estómago, caracho. Me arde el poto como si tuviera un ají seco metido en él. Me llevo a Vilma, que está requetebuena y lo pasamos bien. Le meto la huasamandrapa a fondo a la mamacita y que grite de placer la cholita. La pinga se me para sólo de pensarlo.  Le hago una sopita. Primero que se lave bien la chucha, que sino puedo coger chancro en la lengua y se me cae a pedazos, que las cholas son un poco chanchas, y no. Ya estoy arrecho. No tengo ni un solo jebe, tengo que comprar, que estas cholas resabidas, a la menor oportunidad se quedan preñadas y ya. No pues, eso no, ¿O.K.? Que antes de darla ya te dicen que están con el bombo. Si me vengo sin jebe, la cholita me viene con un chibolín en brazos y no, pues, eso no, ya. Lloran y se jalan las trenzas hasta que les das una cachetada y se callan... ¿Y si invito al sonso de Estrada? No, que ése, más que sonso, es un rosquete y me pide que le meta un camote por el poto. Menudo cabro. Seguro que es rosquete: siempre con sus pantalones al cuete. Mierda de Toyota, me quedó chueco, pero ya, que llego tarde. Carro lindo, pero japonés. Lima está llena de cholos y japoneses. Ahora que hasta los japoneses están metidos en política, sólo falta que un cholo de Puno encuentre petróleo. Sería el acabose. Chuchasumay, voy a reventar. Pucha, que me cago. Me cago. Nunca jamás papeo comida criolla. Ya pues, me cagué. Embarrado de mierda estoy hasta el cuello. No puedo ir a la oficina así, caracho, ¿qué hago?… Voy a la oficina y mañana salgo en el Caretas: “regio oficinista no aguanta la diarrea y se caga en pleno Olivar de San Isidro”. Seguro que el rosquete de Rafo León me ve y lo publica en sus crónicas de La China Tudela, el cabro, que no sé cómo se entera de todo, conchasumadre, jijuna…  ¿Qué mierda hago? ¿Salgo del carro? No, eso no, que estoy embarrado como un chancho. Me quedo. Me quedo y ya está… Tengo que volver a casa para lavarme y cambiarme. Santa Rosa de Lima, ahorita es el momento de que los barcos atraquen en la Plaza de Armas, pues. Yo quedaría limpio y de paso se ahogarían todos los cholos pezuñentos, que es sabido que los serranos no saben nadar, sólo plantar papas en las alturas. Señor de los Milagros, límpiame de toda esta mierda infame que ya sabes que cada noche te rezo tus novenas. ¿Por qué me pasa esto? ¿Acaso merezco castigo, yo, que desde que estaba en el Markham te rezaba en perfecto inglés? Caracho, el carro no me arranca. ¿Qué mira ese cholo? Seguro que viene y me pide plata, el cojudo. Viene para acá. Seguro que tiene más mierda en el cuerpo que yo en el poto, el huevón. ¿Qué me baje? ¡Está diciendo que me baje del carro por las buenas! ¡Jijunagranputa, me quiere robar el carro! ¡Carajo! ¡Vaya golpe, me sacó la mierda!… Se lleva mi Toyota el pendejo… Nadar no sabrán, pero manejar… ¡Mira cómo corre el cholomierda!… ¿Qué carajo hago ahora en pleno Olivar cagado y sin carro? Realmente, Lima cada vez está más imposible. ¡Conchasumadre!