[CASO 711, ESTANTERÍA 10, H-9]

A las 10:45 horas, Camila De Souza e Mello sale de la floristería La Fleur du jour con un ramo de de flores variadas [foto 6, carrete 3]. Aprieta el ramo contra su pecho, huele las flores y después mira al cielo. Hace un día espléndido, radiante. Mientras intenta abrir el parasol para proteger su fina y blanca piel, el ramo de flores cae al suelo [foto 7, carrete 3]. Stephan de la Gueroniert, que casualmente pasa frente a la floristería, se apresura a recoger las flores del suelo para seguidamente ofrecérselo a la señorita De Souza, la cual agradece la atención bajando ligeramente la cabeza [foto 8, carrete 3]. Se establece entre ellos una corta conversación de no más de diez segundos. Después, cada uno camina en sentido contrario.

Hoy, a las 19:15, horas se ha encontrado el cuerpo sin vida de Eduardo Souto de Moura, reconocido comerciante de telas florentinas, bajo la hojarasca y ramas secas del bosque, al noreste de la región. Su cuerpo ha sido trasladado al Hospital Viana do Castello. Estamos a la espera de los resultados de la autopsia...

Leo en los periódicos que ha desaparecido otro niño...

Causa de la muerte del hombre (todavía sin identificar) encontrado hace una semana en el Parque Santarém: desconocida.

La bella Camila De Souza e Mello sale de la floristería Los Jardines de Babilonia a las 09:30 horas con un ramo de rosas rojas [foto 9, carrete 3]. Antes de bajar el escalón que separa la puerta de la floristería de la acera, mira hacia el cielo azul. Hace un día radiante. Abre el parasol, baja el escalón como lo haría una gacela y el ramo de rosas cae al suelo [foto 10, carrete 3]. Joao Pessoa, que casualmente pasaba por allí, recoge las rosas rojas del pavimento y lo devuelve a Camila De Souza. Ella, aparentemente ruborizada, oculta una leve sonrisa tras el ramo y da las gracias con una grácil inclinación, que pareciera de otra época [foto 11, carrete 3]. Hablan unos segundos, once o doce a lo sumo. Al despedirse, ella ofrece su mano y él la besa [foto 12, carrete 3]. Siguen caminos separados.

Hoy, al amanecer, concretamente a las 05:10 horas, se ha encontrado el cuerpo sin vida de Stephan de la Gueroniert, reputado notario sin mácula y querido por todos. El cuerpo, sin aparente signo de violencia, se trasladó al Hospital Viana do Castello, donde se le practicará la consiguiente autopsia...

Ayer desapareció otro niño...

Causa de la muerte de Eduardo Souto de Moura: desconocida.

Son las 11:15 horas y la bella, dulce y admirable Camila De Souza e Mello camina por el bulevar elegantemente. Lleva el parasol cerrado, pues algunas nubes ocultan el Sol y amenazan tormenta; además, el aire es fresco, más de lo normal para estas fechas. En cambio, utiliza el parasol como si fuera un fino bastón, e igual que si estuviera bordando, pespuntea el cemento del suelo a cada paso que dan sus delicados pies [foto 13, carrete 3]. Se detiene ante la floristería La Follie Verte [foto 14, carrete 3]. No entra, parece dudar. Empiezan a caer las primeras gotas de lluvia; es entonces cuando se decide y entra en la floristería. Al cabo de unos minutos, la señorita De Souza e Mello sale de la floristería con un gran ramo de capullitos de alhelíes [foto 15, carrete 3]. La garúa ha parado y las nubes van despegándose unas de otras. La calle está desierta. Parece que ella espera algo, no sé qué. Mira a un lado y otro de la calle: nada. Da un taconazo en el suelo (¿de rabia, de impaciencia?) [foto 16, carrete 3] y comienza a caminar justo cuando dobla la esquina Gonçalo Braga e Freitas. Camila De Souza e Mello aminora la marcha; tanto, que queda inmóvil sobre la calzada, acaricia delicadamente una de sus mejillas, en lo que pareciera ser un síntoma antes del desmayo. De su brazo se desliza poco a poco el ramo de flores, hasta que, por fin, cae al suelo [foto 17, carrete 3]. Los capullitos de alhelíes quedan esparcidos en la acera. El señor Braga e Freitas pasa de largo y sigue caminando sin inmutarse. Camila se tapa la boca con ambas manos y emite un pequeño quejido ahogado, mientras cae al suelo, también, sobre las flores [foto 18, carrete 3]. Gonçalo Braga gira la cabeza y vuelve sobre sus pasos. La ayuda a levantarse [foto 19, carrete 3], recoge los capullitos de alhelíes [foto 20, carrete 3] y los devuelve a las manos de Camila [foto 21, carrete 3]. Ella parece ruborizada y, mientras con una mano sujeta el ramo de flores, con la otra se da aire con un abanico japonés [foto 22, carrete 3]. Entre la señorita De Souza y el señor Braga e Freitas se entabla una corta conversación de no más de dos minutos, en la que ella gesticula afectadamente [foto 23, carrete 3] y él permanece estático e impasible ante los mohines y aspavientos (extrañamente elegantes y persuasivos) de Camila. Al despedirse [foto 24, carrete 3], Gonçalo Braga e Freitas levanta ligeramente su sombrero de la cabeza y Camila de Souza e Mello hace una tímida genuflexión con la mano en el pecho. Cada uno sigue por caminos distintos.

Hoy, a mediodía, a las 12:50 horas, se ha encontrado el cadáver de Joao Pessoa, conocido almirante naval de nuestra ciudad, bajo la escalinata Beja do Braganza, situada en la calle con mismo nombre. Dentro de cuatro días, conoceremos los resultados de la autopsia que, como la de los demás cuerpos encontrados durante el último mes, se realizará en el Hospital Viana do Castello...

Desaparece otro niño...

Causa de la muerte de Stephan de la Gueroniert: desconocida.

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Tras certificar que todos los hombres que han estado en contacto con la señorita Camila De Souza e Mello, tras las visitas de ésta a las diferentes floristerías de la ciudad, han fallecido, he decidido buscar y retener en la comisaría al señor Gonçalo Braga e Freitas, antes de que sea demasiado tarde...

Al llegar a su casa, se ha confesado culpable...

Las casualidades vienen cuando menos te lo esperas. Sin quererlo, he resuelto el caso de los niños perdidos [Caso 634, estantería 9, G-12].

Igualmente, he creído conveniente tomarle declaración y preguntarle sobre la señorita Camila De Souza e Mello. Es la confesión increíble y atroz de un hombre trastornado:

[Grabación 938, estantería 45, S-5: Confesión del señor Gonçalo Braga e Freitas]

“Comencé... Comencé arrancándome con los dientes el pellejo de los pulgares y, después de un tiempo, ya tenía el cuerpo de un niño en el congelador...
Me gustaba desangrarlos antes de comer el cuerpo; los colgaba de los tobillos, a veces aún vivos, en un gancho de carnicería, como a las reses, con los antebrazos abiertos en canal, hasta que el corazón se detenía...

No me importa el sexo...

Salir de caza no es algo cotidiano, un cuerpo puede durar en el congelador hasta tres meses o más, antes de ponerse demasiado tieso o insípido; luego, salgo a la calle y elijo otra víctima, la estudio, tomo notas de sus hábitos, de cuándo salen del colegio, de cuándo están solos... Cuando el ataque es seguro, no hay forma de escapar, la cacería, como la llamo yo, es fulminante...

Conseguí una pistola de aire, de las que se usan en los mataderos para sacrificar a los cerdos; en la televisión dijeron que el estrés liberaba toxinas en los músculos en el momento de la muerte, y eso afecta a su sabor. Por eso compré la pistola de aire... Al principio, necesitaba disparar dos o tres veces, pero con la práctica, con una solo bastaba...

La otra noche abrí la nevera y sólo hallé un pedazo de hígado apelmazado... Entonces, me acordé de la invitación que me hizo la señorita Camila De Souza para ir a su casa, el día en que la ayudé frente a la floristería. Siempre han sido niños, pero ella me pareció ideal para cambiar la edad de mis víctimas. Ella es muy bella... Fui a su casa con la pistola de aire comprimido... Cuando me abrió la puerta, fingió sorprenderse. Ahora sé que fingió... en aquel momento, todo me pareció normal... Me hizo pasar al salón y tomar asiento. Me ofreció un licor, no sé cual, pues no lo probé, en un vasito diminuto. Observé que el salón estaba lleno de jarrones con flores marchitas, algunas muy secas; sólo uno de los búcaros contenía flores frescas. Había un olor rancio... Ella estaba sentada frente a mí, en un sillón de orejeras rojo, sin hablar, con la copita de licor entre sus manos reposadas en el regazo. De vez en cuando bebía pequeños sorbitos. No hablábamos; simplemente bajábamos la cabeza cuando nuestras miradas se cruzaban... Su cabello parecía prenderse en el respaldo del sillón, igual que la hiedra en una pared. El olor de flores mustias me revolvió el estómago... Hubo un momento en que ella cerró los ojos, como si esperase a que yo la besara... Del bolsillo interior de mi americana saqué la pistola de aire comprimido y le disparé entre ceja y ceja... Me levanté del sofá en el que estuve sentado todo el tiempo y me acerqué a ella... Pensé en seguir con la rutina de preparar, por así decirlo, el cuerpo allí mismo. Al cortar sus antebrazos con el bisturí, no brotó ni una gota de sangre. Extrañado, sacudí con fuerza su cuerpo: nada. Empecé a acuchillarla por todo el cuerpo, cara, piernas, vientre, manos... produciendo pequeños tasajos. En el momento en que estaba a punto de sesgar su cabeza, unas manos heridas detuvieron el vuelo del metal. Los ojos de Camila De Souza e Mello se abrieron y entendí instantáneamente el significado de la frase “quedarse congelado”. El bisturí cayó al suelo. Cuando vi levantarse su cuerpo del sillón y su cabello se desprendía del terciopelo rojo, creí perder la razón... Aquel ser lacerado, aquella bestia desnuda se acercó a mí y me golpeó en el pecho con los puños; después, recogió el bisturí del suelo y cortó un trozo de su propia carne. Me abrió la boca y metió el trozo de piel y músculo hasta donde alcanzaron sus dedos, obligándome a tragar... Mientras la vida se me iba, pude observar que el único ramo de flores frescas que había en el salón iba marchitándose poco a poco, tan lentamente como iba yo muriendo...

Después, al día siguiente, creo yo, me desperté con fuertes convulsiones. Lo primero que vi fue a la señorita Camila, intacta, sin una sola herida, que me dijo: Gonçalo, ahora yo te enseñaré a cazar como se debe...

Ya no sé nada más, no la he vuelto a ver... Todo esto fue hace dos días.”

[Fin de la confesión del señor Gonçalo Braga e Freitas]

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Hace más de un año que se cerró el caso 711 (estantería 10, H-9), conocido como Caso de las Flores o Caso Camila, debido a la desaparición de la señorita Camila De Souza e Mello. Esta mañana abro el periódico y leo que, desde hace unos meses, aparecen en París los cuerpos sin vida de varios hombres respetables a los que se les relaciona con una tal Camille, amante de las flores... Me pregunto si debo abrir de nuevo el caso u ofrecer mis notas a las comisarías francesas... Todavía pienso en Gonçalo Braga e Freitas. ¿Debería visitarlo al Psiquiátrico Almeida Cardoso?